Bolivia: El ciclo populista
El Deber, Santa Cruz de la Sierra
El ministro de Comunicación boliviano, Iván Canelas, anunció recientemente que el presidente Evo Morales guardaría reposo médico debido a una ‘inflación’ en la rodilla. Más allá de las burlas que provocó la confusión de inflación por inflamación, este hecho refleja cómo la inflación está enloqueciendo al Gobierno del Movimiento Al Socialismo, cuya popularidad se diluye por los problemas económicos que sufre la población.
Este no es un proceso nuevo. Lo vivimos una y otra vez los países que hemos sido gobernados por gobiernos populistas. Es lo que acertadamente Sebastián Edwards, en su libro Populismo o mercado, el dilema de América Latina, define como el ciclo populista, el cual, según este destacado economista chileno, tiene cuatro etapas predecibles. Algunos extractos de su descripción:
En la primera fase el crecimiento, los salarios reales y el empleo se elevan, y sus políticas parecen ser muy exitosas. Los controles generalizados de los precios aseguran que la inflación no sea un problema, y las importaciones alivian los productos que escasean.
En la segunda fase, la economía enfrenta cuellos de botella, en parte como consecuencia de la expansión de la demanda y en parte por la creciente falta de divisas para importar. La inflación aumenta de forma significativa, pero los salarios reales se mantienen gracias a los mecanismos de ajuste o los incrementos salariales por mandato del Gobierno. El déficit presupuestario aumenta como resultado de subsidios generalizados a los productos básicos y al comercio exterior.
La tercera etapa es el preludio del colapso. Se caracteriza por una escasez generalizada de múltiples bienes, una extrema aceleración de la inflación y la fuga de capitales. El déficit presupuestario se deteriora gracias a descensos significativos en la recolección de impuestos y a un incremento en los costos de los subsidios. El Gobierno intenta dominar la inflación y estabilizar la economía recortando los subsidios y devaluando la moneda. Los salarios ajustados a la inflación caen de forma estruendosa y las políticas se vuelven inestables.
La cuarta y última etapa es el proceso de poner la casa en orden después de ocurrido el desastre, normalmente bajo un nuevo Gobierno. Generalmente cuando se llega a este punto los salarios ajustados a la inflación han disminuido sustancialmente, lo que ocasiona un incontenible malestar social que termina provocando la caída del gobierno, con la aprobación de la inmensa mayoría de la ciudadanía que, desilusionada del populismo, no quiere seguir soportando los costos y las consecuencias de sus políticas.
La descripción de Edwards nos recuerda a los bolivianos el periodo 1982-1985, durante el Gobierno de la Unidad Democrática y Popular, que se inició con grandes expectativas y terminó acortando su mandato en medio de la hiperinflación. Dos décadas después, con otras circunstancias y otros actores, el ciclo populista comienza a manifestarse. Quizás estemos por la segunda etapa, aunque ya hayamos adelantado partes de la tercera.
El autor fue presidente del Senado boliviano.
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