El empresario y su entorno
La semana pasada escribí sobre cómo la obligación de repartir las ganancias condena a los trabajadores ecuatorianos a tener empleos de poca productividad y salarios bajos. Una de las críticas a esa opinión es que “a los empresarios ecuatorianos les falta la moralidad que sí suelen tener los empresarios en otras partes del mundo, como Europa”.
Pero parece que los empresarios se comportan según el entorno empresarial de cada país. Por ejemplo, Suiza se ubica entre los países con un estado de derecho más sólido de acuerdo al Índice de Gobernabilidad del Banco Mundial y también es la cuarta economía más libre del mundo (de las 141 analizadas) de acuerdo al Índice de Libertad Económica en el Mundo del Fraser Institute. Según los mismos índices, Ecuador está en el 10% de países con el peor estado de derecho y se ubica en la posición 109 en cuanto a libertad económica, con un puntaje similar al de Mali y Nigeria.
Muchos consideran que necesitamos un mercado laboral más regulado y un mayor gasto público para llegar al estado benefactor que tiene Suecia hoy, pero olvidan que ese país goza desde hace mucho de una libertad económica mucho mayor que la que Ecuador tiene y, además, de un estado de derecho sólido. El capital intangible que genera el estado de derecho de Suecia, hace que sea posible que esa economía tolere durante algún tiempo una alta carga tributaria e inflexibilidad en el mercado laboral, pero no es lo que generó la riqueza de esa nación y puede ser perjudicial.
El economista sueco Johan Norberg explica que entre 1860 y 1910, los salarios reales de los trabajadores industriales suecos crecieron un 25% por década y el gasto público no rebasó el 10% del PIB. Durante ese periodo no existía seguridad social estatal ni todos los demás beneficios del Estado benefactor que empezaron a crearse a partir de 1930. Aún así, hasta 1950 el peso total de los impuestos no superaba el 21% del PIB. Para 1970, Suecia tenía el cuarto ingreso per cápita más alto del mundo. Pero entre 1960 y 1980 se duplicó el gasto público, se reguló severamente el mercado laboral y vino un largo periodo de crecimiento mediocre (si se compara con el crecimiento que experimentaron Estados Unidos y los países de Europa Occidental). Esto dejó a Suecia con el catorceavo ingreso per cápita más alto de la OCDE.
Suecia entró en crisis a principios de los noventa. Para recuperarse, redujeron impuestos, disminuyeron las pensiones estatales y las privatizaron parcialmente, crearon los bonos escolares y permitieron la participación privada en el sector de la salud y la educación.
Es probable que muchos empresarios ecuatorianos lleven doble contabilidad y evadan impuestos. Pero no lo hacen porque su raza o cultura los predispone a eso. Lo hacen como una reacción natural a un marco legal que impide el progreso y castiga la creación de riqueza. La experiencia alrededor del mundo y a lo largo de la historia demuestra que los sistemas en los que los individuos gozan de mayor libertad (y el poder del Estado es limitado) son los que generan más prosperidad. Suecia es solo un ejemplo de muchos.
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