Venezuela: La debacle eléctrica
Dos caras tiene la debacle eléctrica. La primera es la incompetencia crasa y supina de la revolución bolivarista para manejar el sector eléctrico nacional, al igual que para conducir cualquier actividad compleja que no sea la propagandística, en la que la satrapía dicta cátedra de habilidad.
Y la segunda, por tanto, es la manipulación de la temática eléctrica, para tratar de encubrir la realidad, evadir las responsabilidades propias y empaquetar las cosas de tal forma que la debacle luzca como una bendición disfrazada.
Durante estos años de supuesta revolución, lo que se ha hecho es depredar y canibalizar la infraestructura eléctrica que fue levantada por el Estado venezolano y también por el sector privado en el siglo XX. La única obra importante que se ha completado a partir de 1999 es la central hidroeléctrica de Caruachi, la cuarta del sistema del Caroní, que por lo demás había sido iniciada y avanzada antes del primer gobierno del señor Chávez.
A mediados de la década pasada, hacia el 2004-2005, las crecientes dificultades del sector eléctrico devinieron en crisis continua, es decir, en agravamiento sustancial de las dificultades y carencias en la generación y distribución de energía eléctrica. Y esa crisis se convirtió en debacle en el 2010, con la incapacidad manifiesta de proveer servicios regulares de electricidad en gran parte del territorio nacional, incluida la región capital, y de esa debacle no se ha salido, sino por el contrario se está haciendo más gravosa para la vida diaria de la población, para la prestación de los menguados servicios públicos y para la no menos menguada economía.
Todos los días se conocen reportes de fallas, apagones, “cortes programados”, interrupciones varias y prolongadas en todas las regiones del país. La situación venezolana se parece cada vez más a la cubana, y los expertos indican que en América Latina, con la excepción de Cuba y Haití, el servicio eléctrico más precario es el venezolano. A finales del siglo XX era exactamente lo contrario, y Venezuela además de surtir adecuadamente sus necesidades internas, también exportaba electricidad a Colombia y se preparaba para hacerlo al norte del Brasil.
Ahora bien, el “gobierno revolucionario” está empeñado en desconocer la dimensión de la debacle, y su principal vocero al respecto, el ministro Alí Rodríguez Araque, más bien declara que están preparando “un plan de eficiencia eléctrica” que sería una solución maravillosa para superar las dificultades puntuales… Sí, el mismo funcionario que informó sobre la superación de la “crisis del 2010” ocasionada, no faltaba más, por razones climáticas asociadas al capitalismo. Y recuérdese que las encuestas de opinión señalaban que casi la mitad de los venezolanos le daban crédito al libreto gubernativo.
Y esa cara perversa de la propaganda roja no es exclusiva ni mucho menos al “tratamiento” de la debacle eléctrica, pero está activada con toda su proyección de falseamiento, dada la apremiante situación del sector. En ese sentido, el propio señor Chávez suele proclamar que los “problemas eléctricos” se deben a la democratización del consumo que la revolución ha posibilitado, o sea que en verdad, la debacle eléctrica sería un signo de fortaleza social… Y Diosdado Cabello ya dice que el “recrudecimiento de los apagones (sic) es sumamente sospechoso, y que no descarta saboteo”… Mientras tanto el país se sigue apagando y no en sentido figurado.
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