El hombre semifuerte de Panamá
CIUDAD DE PANAMA. - La economía de Panamá está en auge, y se espera que la actual prosperidad aumentará aun más en los próximos años gracias a las ganancias extraordinarias que producirá la expansión del Canal de Panamá. Y sin embargo, durante una visita de tres días aquí, me encontré con mucha gente que expresa temores sobre el futuro del país.
Muchos panameños y observadores extranjeros —incluyendo los diplomáticos de Estados Unidos, según los cables recientemente publicados por WikiLeaks— están preocupados de que el estilo avasallador del presidente Ricardo Martinelli pueda conducir a una excesiva acumulación de poder, mayor corrupción, turbulencia política, huida de capitales y un estancamiento económico.
¿Pero son justificados estos temores, o exageraciones de un país en que los políticos suelen dramatizar las cosas?
Según un cable confidencial de la ex embajadora de Estados Unidos en Panamá, Barbara Stephenson, el presidente panameño —un magnate dueño de una cadena de supermercados elegido en el 2009 — “está dispuesto a llegar a pasarse del limite para conseguir lo que quiere”. El cable agrega que “su tendencia a la intimidación y el chantaje le podrán haber ayudado a triunfar en el mundo de los supermercados, pero no es algo muy propio de un estadista”.
El cable decía que Martinelli había pedido ayuda de Estados Unidos para pinchar los teléfonos de sus rivales políticos, algo que la embajada de estadounidense se negó a hacer.
Los opositores políticos, y varios prominentes periodistas acusan al presidente de haber maniobrado para deponer a una procuradora general de la nación, comprar a legisladores de la oposición en el Congreso, intimidar a periodistas críticos, enviar inspectores de impuestos a los medios independiente y —lo más importante— convocar un referéndum para reformar la constitución y autorizar su reelección.
“Es un Chávez de derecha”, me dijo Milton Henríquez, presidente del opositor Partido Popular. “Su proyecto es la concentración del poder para la perpetuación en el poder”.
Martinelli ha afirmado repetidamente que su propuesta reforma constitucional no permitiría la reelección inmediata de los presidentes, sino únicamente después de cinco anos de haber terminado sus mandatos. Pero sus críticos afirman que eso es solo una estratagema. Según ellos, la propuesta de referéndum —al igual que las de Chávez— ofrece subsidios sociales y otros anzuelos para que los votantes aprueben un paquete total de medidas que incluya una vaga cláusula de reelección, que más tarde puede ser interpretada por jueces amigos como una autorización para la reelección inmediata.
Varios periodistas me aseguraron que Martinelli los llama con frecuencia, o llama a sus jefes, para quejarse en tono amenazante sobre sus comentarios escritos o televisivos.
“Este es el gobierno que más intimida a la prensa desde la época de Noriega”, me dijo Rolando Rodríguez, director asociado del diario La Prensa, refiriéndose al ex presidente militar panameño Manuel Antonio Noriega.
¿Qué hay de cierto en estas acusaciones?, le pregunté a la ministra de Gobierno y justicia de Panamá, Roxana Méndez, en una entrevista. ¿Esta yendo Panamá hacia un populismo autoritario de derecha?
“Hay un cambio en el estilo de liderazgo, que un sector de la ciudadanía panameña ve como un exceso de autoritarismo”, me dijo la ministra. “Veníamos de un gobierno débil, extremadamente tolerante, que evitaba conflictos a toda costa y postergaba las soluciones, y ahora tenemos un gobierno que actúa a un ritmo acelerado de dar solución a los problemas, sin temor a las tensiones”.
¿Y las llamadas de Martinelli a los periodistas?, le pregunté.
“Ese es él”, dijo Méndez. “Si a él le molesta algo, te reclama. No te manda un emisario. Pero aquí no hay un solo periodista preso, ni uno solo con un juicio del gobierno, ni hay un solo medio cerrado”.
Con respecto al referéndum constitucional, Méndez me aseguró que “Martinelli no buscará una reelección inmediata”.
Mi opinión: Martinelli no es un Chávez de derecha, al menos no todavía. En todo caso, es un Berlusconi tropical, un magnate que gobierna el país con la misma actitud de patrón empleaba para dirigir sus empresas.
A diferencia de su colega venezolano, Martinelli no ha clausurado medios independientes, ni ha enviado matones para atacar físicamente a periodistas. Y en lo que hace al referéndum, todavía no hemos visto la redacción final de la reforma constitucional que propone.
Pero con la duplicación de los ingresos que Panamá recibirá en los próximos cinco años por la expansión del Canal de Panamá, y la continua llegada de capitales que están huyendo de Venezuela, aumentara la tentación de Martinelli —o de su sucesor— a incurrir en un gasto desenfrenado, proclamarse salvador de la patria, y tratar de permanecer indefinidamente en el poder.
Ya hemos visto esta película muchas veces, y siempre termina mal. Martinelli puede terminar siendo un excelente presidente, pero debería entender que un sistema de instituciones fuertes, con pesos y contrapesos —incluyendo a los periodistas críticos— es lo mejor para su país, y también lo mejor para él.
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