La literatura digital
"Papá ¿qué es un libro?” No me tocará a mí contestar esa pregunta. Pero quizás sí a los hijos de mis hijos.
El concepto clásico de un libro –de papel– está transformándose. Rápidamente. El sitio de internet Amazon.com vende más libros electrónicos que de papel; por cada 100 de papel, vende 115 electrónicos.
Los más jóvenes ya también están dejando a un lado el típico periódico de papel. El 65 por ciento de los jóvenes de 18 a 29 años usan la internet como su principal fuente de información, por encima de la televisión, según el Pew Research Center.
El presente ya es el futuro. Los más jóvenes prefieren leer sus libros e informarse a través de las pantallas de sus celulares y laptops, no en papel. Y esto está cambiando la forma en que se hace el periodismo y la literatura.
Cada vez es más frecuente que nos enteremos de una noticia a través de Twitter o Facebook. La televisión se tarda mucho y los periódicos van, por su propia naturaleza, un día tarde. Del terremoto y tsunami en Japón supimos primero por Twitter que por CNN o la BBC.
Cada celular es una cámara. Cada usuario un reportero en potencia. Ya no hay que estar ahí para saber qué está pasando. Esto está cambiando al periodismo. Es, todavía, una cuestión de credibilidad. Pero es imposible competir contra un celular que te pone el mundo en la mano.
La literatura también está cambiando. Acabo de leer dos libros que me abrieron los ojos al futuro de la literatura: Contra el Viento del Norte, del austríaco Daniel Glattauer (Alfaguara) y Cortos, del colombiano Juan Carlos Ortiz (Ediciones Gamma).
Glattauer escribe su novela basado en los correos electrónicos entre Emmi Rothner y Leo Leike. Ellos no se conocen. Pero por uno de esos errores digitales se ponen en contacto por computadora y terminan enamorándose, aun sin haberse visto una sola vez. La novela tiene sus momentos de tensión y a veces se cae y se arrastra, como suele ocurrir con esos emails escritos en las madrugadas. Aunque el final es dramático. No se los cuento.
Lo más interesante de Contra el Viento del Norte es la forma en que está escrita. No hay un narrador omnipresente. Toda la acción depende del intercambio de correos electrónicos. Es una relación muy moderna al igual que la de millones de personas en todo el mundo que usan la internet. Es una nueva forma de narrar y de explicar nuestro mundo. Ya no es en cartas manuscritas o largos mamotretos rematados en máquinas de cinta negra.
El otro libro, Cortos, es aún más innovador. Fue escrito por Juan Carlos Ortiz en un BlackBerry a 30 mil pies de altura en inglés y en español. Sí, fue escrito en un teléfono celular con los pulgares del actual presidente de la agencia de publicidad DDB Latina. Ahí nos cuenta sus secretos en el mundo de la publicidad –“El pelo seduce (en China)”–, un poco de su filosofía –“equivocaciones deben ocurrir”– y sus experiencias personales –“creo que ha pasado el año más veloz de mi vida”.
Pero, al igual que la novela de Glattauer, lo más interesante del libro de Ortiz es la manera en que fue escrito: en un BlackBerry y en aviones.
No, este no es el fin de las grandes y largas novelas. El sueco Stieg Larsson demostró con su trilogía (que comenzó con Los hombres que no amaban a las mujeres) que los formatos extensos pueden ser, todavía, bestsellers mundiales. Sin embargo, el resto del mundo va en otra dirección: hacia lo conciso y lo corto. La literatura tradicional empieza a convivir con lo que ya pudiéramos llamar la literatura digital.
Sin la menor duda, escribir para las pantallas pequeñas de un celular, un iPad o un e-book va de la mano con formas y contenidos nuevos. Esta nueva literatura refleja, precisamente, el mundo del que surge.
El maravilloso ejercicio de eliminar lo superfluo e innecesario que tanto admiramos en las novelas Ernest Hemingway es hoy una tarea repetida diariamente por millones que escriben mensajes de 140 caracteres (o más cortos) en Twitter. No son, por supuestos, millones de Hemingways pero los twiteros tratan de reducir la vida y sus mensajes a su mínima expresión. Y algunos lo logran con extraordinario éxito.
Las cosas están cambiando tanto que, a veces, parecen irreconocibles. Por eso, ante la inminente pregunta: “Papá ¿qué es un libro?”, la respuesta seguramente será: “Eso que estás leyendo en tu celular".
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