Argentina: ¿tiempos de ajuste?
El Imparcial, Madrid
La presunción de que tarde o temprano llegará el ajuste circula a estas horas, como un secreto a voces, entre muchos argentinos cuya memoria y sentido común les dictan que una inflación superior al 25 % y las consiguientes demandas salariales resultan insostenibles en el mediano plazo.
La gran pregunta, pues, gira en torno a quién asumirá la costosa decisión de ajustar o, como suele decirse, de sincerar la economía. ¿Será Cristina Fernández de Kirchner, eventualmente reelecta en los comicios de octubre pero forzada por las circunstancias a echar por tierra con las prácticas asistencialistas y clientelares que consolidaron su liderazgo en los últimos años? ¿Será, en el supuesto de que Cristina, con los ojos puestos en 2015, diese un paso al costado, una persona de su confianza capaz de seducir al electorado kirchnerista con la promesa de preservar y aun profundizar “el modelo”? ¿O será en cambio un presidente de otro signo político expuesto a la necesidad de tomar medidas drásticas a riesgo de rifar de la noche a la mañana su base electoral?.
El futuro es tan incierto como inexplicable es la paradoja que estamos viviendo. Un gobierno responsable de los altísimos niveles de inseguridad y pobreza que nos son manifiestos, como también de una inflación que lacera a toda la población pero especialmente a los sectores más carenciados, es, sin embargo, el mismo gobierno cuya autoridad máxima cuenta con un respaldo que supera, según distintos sondeos, el porcentaje requerido para imponerse en primera vuelta. Quizá la explicación haya que buscarla en aquella expansión del clientelismo, en la falta de alternativas creíbles o aun, cavando más hondo, en una cultura política donde el culto a la personalidad, la decisión autoritaria y el favoritismo pueden más que la división de poderes, la seguridad jurídica y un manejo sensato de la economía.
Mientras la Argentina permanezca aislada del concierto internacional, mientras el precio de la soja continúe en ascenso y el llamado “viento de cola” nos siga acompañando, nada parece amenazar las posibilidades electorales del oficialismo. Sin embargo, no hay que subestimar nuestras flaquezas. Las peores crisis, como recordó el economista Jorge Oviedo, “aparecen cuando y donde nadie las espera
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