De cabras, ardillas, gallinas y nazis
Que todo nacionalista lleva dentro un SS es algo evidente. El tema de la pureza racial es sin duda una de sus obsesiones, y, aunque en algunos casos parecen anteponer el idioma al fenotipo, como cuando el histórico dirigente peneuvista Xavier Arzallus hace algunos años manifestó preferir a un negro que hablase euskera que a un vasco puro que lo desconociese… (aunque no aclaró para qué exactamente lo prefería…), la obsesión racial siempre está presente.
Así, en sus orígenes todos los movimientos nacionalistas han buscado una afirmación racial, unos orígenes arios, celtas, árabes o directamente cromagnon. Han tirado de grupos sanguíneos, medido narices, palpado cráneos…Desde Sabino Arana a Adolf Hitler el impulso eugenésico ha sido una constante para cualquier movimiento étnico- patrio-nacionalista.
Pero hoy en día, la selección racial humana, la definición de "herrenvolks" puros, libres de "untermensch", charnegos o maketos está más complicada. Realmente, las sociedades occidentales están tan mezcladas que para cualquier nacionalista se complica el poder definir unos patrones raciales exclusivos en los cuales no se quede fuera algún conocido, familiar, compañero de partido o futbolista del equipo de sus amores (aunque el Athletic de Bilbao con su política de fichajes exclusivos de vascos, muy lograda desde el punto de vista racial, pero no tanto desde el punto de vista deportivo, sea una excepción en este último punto).
¿Y qué han hecho? Pues buscar un campo en el cual poder dar rienda suelta a su imaginario racial, a su pulsión eugenésica.
Así la obsesión por las razas puras, por la selección racial, se ha desplazado sobre los animales, cada vez más humanizados para bien o para mal, buscando, seleccionando e inventando razas "puras" que encajasen dentro del imaginario nacionalista y, a la vez, señalando especies o variedades como extranjeras que erradicar.
Y, si bien en algunos casos la erradicación de especies alóctonas como los conejos europeos en Australia (…y los colonos blancos, añadirían los aborígenes) puede ser justificado por problemas ecológicos que se transforman en problemas económicos, en otros casos, destila un tufillo xenófobo inconfundible.
Así, en Inglaterra, toda una campaña nacional, con cebos envenenados, con trampas, con escopetas, se ha puesto en marcha para erradicar a la ardilla gris americana, que desde su introducción en los años treinta ha desplazado a la nativa ardilla roja…básicamente por ser más fuerte, más resistente a las enfermedades, más adaptable y mucho más simpática con la gente, es decir, por ser mejor ardilla, como comentaba un periódico yankee….
Pero, por supuesto, es en nuestro país donde estas campañas de limpieza étnica animal han alcanzado cumbres delirantes, como la normativa del gobierno vasco para mantener la pureza de una supuesta y ancestral gallina euskaldún, unas Leyes de Nuremberg, con plumas, en las cuales prácticamente solo han tenido que cambiar la palabra "judío" por "gallina española"…
Lógicamente, en Cataluña no se podían quedar atrás y, después de toda una campaña identitaria basada en el burro catalán, ahora, para alegría del nacionalismo, han descubierto, nada más y nada menos, en el Montseny un rebaño de cabras ¡de pura raza catalana!, no contaminadas por sangre charnega.
Ante semejante tesoro étnico-pecuario, del cual el payés propietario no era consciente, pues pensaba que simplemente eran cabras no identitarias, una asociación, Slow Food, que reivindica la vida lenta, se ha hecho con algunos ejemplares para fomentar la recuperación de dicha estirpe… Hasta aquí bien, es su problema…
Pero como siempre, estas cuestiones raciales e identitarias tienen un trasfondo económico. Así, un rebaño de cabras que a duras penas era rentable para su propietario y que, de hecho, debía ser muy poco productivo, como demuestra su escasez, pasa a ser un activo a subvencionar…
Y seguro que estará al caer una ayudita del Govern, que convertirá a dichas cabras en un negocio saneado… Aunque, eso sí, para considerarse merecedoras de dichas ayudas, deberán pasar un proceso de inmersión lingüística que sustituya el "meeeé" tradicional acabado en acento agudo castellano con el que se comunican con otras cabras del resto de la península por un "meeeè" acabado en acento grave, más acorde con su catalanidad….
Pues eso, que se empieza por seleccionar cabras, ardillas o gallinas por motivos étnicos, y se acaba seleccionando a personas. No olvidemos que un tal Henrich Himmler empezó de avicultor…
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