Quién llora a Bin Laden
«MÁS romería que santuario» titulaba el sábado Mikel Ayestarán, enviado especial de este periódico, sus fotografías y reportaje sobre las reacciones a la muerte de Bin Laden en Abbotabad. Apenas unos cientos de manifestantes y muchos vendedores de helados y frutos secos. Significativa estampa de las tibias reacciones del islamismo radical que ratifica lo que ya decían las encuestas desde hace mucho tiempo. Que el apoyo a Bin Laden y el terrorismo islamista en los países musulmanes ha descendido notablemente desde que tal apoyo comenzó a medirse, en 2002. Lo que pone de relieve tanto la falacia de algunas críticas a la guerra contra el terrorismo como la interesada mezcla de musulmanes demócratas y radicales que hicieron algunos.
La Pew Research Center publicó el pasado lunes un adelanto de su última encuesta (realizada entre marzo y abril) sobre el apoyo a Bin Laden y al terrorismo de Al Qaida en los países musulmanes. Confirmaba la línea descendente de ese apoyo que las encuestas de la Pew han constatado desde 2002, tanto en lo que concierne al propio Bin Laden como al terrorismo suicida. Con descensos de hasta 43 puntos porcentuales en Jordania, 38 en Palestina o 33 en Indonesia.
Y, sin embargo, los críticos de la guerra contra el terrorismo o del uso de medios militares para combatir a Al Qaida habían predicho que tal guerra aumentaría el apoyo a los terroristas y empeoraría el problema del terrorismo. Es la tesis que los mismos aplican habitualmente a toda respuesta militar o policial al terrorismo. Pero ha ocurrido justamente lo contrario, y no desde que asumió Obama el poder, sino desde bastante antes. En buena medida, porque las principales víctimas de Bin Laden han sido los propios musulmanes. Y porque la guerra contra Al Qaida ha permitido vislumbrar una alternativa a la amenaza de Bin Laden. A lo que se han sumado las revoluciones árabes y la emergencia de sectores liberales silenciosos hasta ahora.
La crítica anterior se acompañaba de una interesada confusión de radicales con el conjunto de los musulmanes que sostenía, a su vez, la teoría de la Alianza de Civilizaciones como alternativa a la guerra contra el terrorismo. Pero las encuestas de la Pew como las débiles manifestaciones por Bin Laden muestran que el radicalismo violento está lejos del tercio de la población en la mayoría de los países musulmanes, con la excepción de Palestina, Nigeria y Líbano, este último en apoyo a Hizbolá. O que la gran mayoría de musulmanes no necesita que le aclaren que es Al Qaida el objetivo de la lucha antiterrorista, sino que tal lucha sea eficaz.
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