La inversión en El Salvador
En toda presidencia se presentan temas de diversa importancia. Algunos de ellos los puede delegar el presidente, otros los puede hasta ignorar sin que el destino del país cambie ni un milímetro. Hay otros, sin embargo, que son crucialmente importantes, tanto así que el presidente se juega en ellos el éxito o el fracaso de su administración. Uno de estos temas es el de la inversión.
La inversión es fundamental porque de ella dependen, entre otras cosas, la generación de empleos, el aumento de los salarios pagados en ellos, el crecimiento de la economía y la competitividad internacional. No se pueden crear empleos sin el capital que es el resultado de la inversión; no se pueden subir los salarios sin que aumente la productividad de los trabajadores, lo cual necesita inversión en maquinaria y equipo y en mejores métodos de producción; la economía no puede crecer sin el impulso de la inversión.
La inversión, pues, es un tema estratégico que requiere una seria y desapasionada consideración, particularmente porque desde que se perfiló que el FMLN podía ganar las elecciones presidenciales la inversión no ha dejado de caer en el país.
El presidente, sin embargo, ha tomado el problema de la falta de inversión como si fuera un tema puramente político, cuya existencia ha tratado de negar (el presidente alegó que hay gran entusiasmo en los inversionistas extranjeros de invertir en el país hasta que la CEPAL mostró que el año pasado la inversión directa extranjera cayó casi en un 80 por ciento) y luego usarse como un instrumento para atacar al sector privado, haciendo como si la culpa de no invertir la tuvieran los inversionistas y no los problemas que los inversionistas confrontan en el país. La politización del tema impide que el presidente se concentre en atacar el problema en sus orígenes.
El problema tiene dos dimensiones. Uno es el ambiente hostil que el presidente y su partido han generado contra los inversionistas mismos, que él lo acentúa con sus periódicos ataques contra ellos. El otro es el empeoramiento de los indicadores de competitividad del país, que ha tenido lugar durante las administraciones de los presidentes Saca y Funes. Como muestra de esto está la caída del país desde la posición número 9 en el Índice de Libertad Económica del Wall-Street Journal y la Heritage Foundation en el año 1999, hasta la número 39 ahora. Igualmente es evidente en la caída de haber sido el número 48 en el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial en 2003 a ser el número 80 en 2010.
La caída de 30 posiciones en competitividad es un desastre. La posición del país se ha deteriorado también en la serie de indicadores DoingBusiness del Banco Mundial, que dan una idea de lo atractivo que es el ambiente de cada país para generar inversiones, tanto de locales como de extranjeros. La tabla adjunta muestra las posiciones que ocupaba nuestro país en los nueve indicadores en 2010 y 2011. Note que mientras más alto es el número, más lejos estamos de los mejores en la cola. La tabla muestra que en el total estamos en el puesto 86 de 183 países. Esta es una posición bastante pobre. Lo peor, sin embargo, es que hemos perdido 6 puestos desde el año pasado (en el que estábamos en el puesto 80).
La tabla muestra también las áreas en las que estamos mejor o peor relativamente (es decir, ocupando un puesto mejor o peor que el 86). El área en la que mejor estamos es en la facilidad de obtener crédito y en el registro de las propiedades. En estos indicadores somos el país 44 y 45, respectivamente, en el mundo. Las áreas en las que estamos peor son cerrando negocios (es decir, el proceso de quiebras); la protección de inversionistas (el número 120 en el mundo); los permisos de construcción; la facilidad de comenzar un negocio, y la facilidad del pago de impuestos (en el que somos el 137).
Estos indicadores son muy importantes por dos razones: Primero, porque indican las áreas en las que el país tiene deficiencias. Segundo, porque los inversionistas leen esto y el empeoramiento de nuestra posición afecta negativamente sus intenciones de invertir. En vez de reaccionar negativamente a las tristes realidades de la inversión en el país, el presidente y el gobierno deberían de ponerse a trabajar en mejorar estos indicadores, para volver más competitivo a nuestro país.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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