Izquierda y derecha
¿Qué es la izquierda y qué es la derecha? Esta pregunta se ha intentado responder muchas veces, y si no se ha llegado a una formulación única y sin ambigüedades será, quizás, porque esa dicotomía no lo permite. Pero sí se puede plantear una serie de diferencias entre ambas corrientes que permiten explicar muchas actitudes que consideramos propias de uno u otro signo.
La izquierda es la corriente que quiere someter la sociedad a un ideal formulado por medio de la razón. La derecha es la oposición a esas pretensiones. En ese sentido, acaso también en otros, la izquierda es esencialmente positiva mientras que la derecha es, sobre todo, una fuerza negativa, de reacción frente a las pretensiones izquierdistas. En este sentido, la derecha es reaccionaria.
La izquierda ve la sociedad como algo moldeable; es decir, ve posible la implantación de sus objetivos. Mientras, la derecha ve la sociedad como un conjunto de usos e instituciones que, sencillamente, son así. La izquierda cree poder llegar a comprender todo el mecanismo del funcionamiento social y de su cambio a lo largo de la historia. La derecha no cree que se pueda llegar tan lejos. La izquierda tiende a ser historicista en el sentido de poder descubrir leyes que explican la evolución histórica, mientras que la derecha ve la historia más como una sucesión, no perfectamente discernible, de hechos particulares pero con una continuidad institucional. La derecha cree poder llegar a una cierta comprensión de la historia, pero nunca de un modo absoluto.
La izquierda ve al hombre como perfectible. Es lógico, pues la sociedad está compuesta por hombres y si busca un cambio social tendrá que comenzar por cambiarlos a ellos. De ella surge el mito del hombre nuevo y la adoración por la juventud como encarnación de un nuevo futuro que plasmará sus ideales. La izquierda busca cambiarlo. Primero, por medio de la educación y luego, por los medios de comunicación y la propaganda. La derecha ve al hombre como reo de una eterna naturaleza humana. No busca cambiarlo; lo acepta como es, con sus virtudes y defectos. Pretende mejorar a las personas concretas mediante su sometimiento a normas morales.
Para la derecha la educación es un instrumento para la transmisión de la cultura heredada, y cada generación, un eslabón de una cadena que no debemos romper. Nosotros tenemos el deber de aprender y transmitir nuestra civilización porque lo que somos está definido por ella. Para la izquierda la civilización es un conjunto de conocimientos, normas e instituciones aprovechables pero esencialmente opresores y contrarios al cambio necesario hacia la sociedad perfecta. La izquierda, aunque tenga la pretensión de ser hegemónica, es esencialmente contracultural en el sentido más estricto del término.
La izquierda identifica problemas y ofrece soluciones. Son soluciones de una vez, pues en cuanto se implantan curan a la sociedad de sus males, claramente identificados por ella. La derecha no ve tantos problemas, tiende a aceptar la sociedad como es y ve en ella más virtudes que defectos. Las instituciones tradicionales son, para la izquierda, usos que no están sometidos a una lógica y por tanto son susceptibles de ser sustituidos por otros más racionales. Pues además son arbitrarios. Para la derecha esas instituciones tradicionales tienen un sentido, aunque no siempre lo podamos identificar. No son arbitrarias, por tanto, y su remoción o su cambio brusco pueden producir más males que bienes. La izquierda es impaciente. La derecha es conformista. La izquierda mira al futuro. La derecha mira al pasado.
La izquierda, que tiene muy claro a qué objetivo quiere llegar y se entusiasma con la sociedad ideal, no entiende la oposición de la derecha. Cree que la derecha, como ella, ve la posibilidad de una sociedad ideal, y la explicación que encuentra en su oposición es que tiene intereses contrarios a ese objetivo. Cree que la derecha ataca sus derechos futuros, y también los presentes en la medida en que éstos han sido conquistados. La derecha, por su parte, ve los esfuerzos de la izquierda como una subversión del orden establecido y un ataque a sus derechos presentes, que surgen del pasado.
La izquierda busca un cambio radical en la sociedad y ve al Estado como el instrumento idóneo para lograrlo. La derecha ve al Estado como una institución más de la sociedad y quiere someterlo, como todo lo demás, a las servidumbres tradicionales, al respeto del resto de las instituciones, a las normas de la moral.
La religión es contraria a la razón; es un conjunto de creencias y usos que sostienen la sociedad tradicional, y como tal es un elemento que hay que suprimir a ojos de la izquierda. En la visión de la derecha, es una Verdad revelada, que está más allá de la comprensión humana, y es un pilar básico de la civilización.
La izquierda adora a la humanidad pero aborrece a la gente. Todos sus esfuerzos están encaminados a la emancipación de la sociedad y a la consecución de una humanidad ideal, mientras que las personas concretas están contaminadas por la vieja sociedad y en ocasiones se oponen a sus planes. Llegan al exterminio de clases enteras o como poco de grupos sociales resistentes a sus planes. La derecha aprecia a la gente pero aborrece a la humanidad. La gente como aquellas comunidades entrelazadas por normas comunes inveteradas y que le dan a cada persona una sensación de pertenencia. Aborrece a la humanidad en el sentido de que desconfía o no aprecia a aquellas personas que no forman parte de esa comunidad natural con la que se identifica.
El intelectual cae fácilmente embriagado por la posibilidad de concebir una sociedad ideal y de conducir ese cambio hablándole al oído al gobernante. La derecha no es necesariamente anti intelectual, pero sí desconfía de esos intelectuales que creen dar con la solución a los problemas sociales. La derecha venera a los héroes, porque encarnan los valores que desea para cada uno.
¿Dónde entronca aquí el liberalismo? Quizás debiéramos plantearnos qué es el liberalismo para dar una respuesta completa, pero acaso no haga tanta falta. El liberalismo forma parte de la derecha en cuanto cree que hay una naturaleza humana fija y cree, también, que existe una armonía natural en la sociedad. En este sentido comprende gran parte de las instituciones existentes y las defiende, pues éstas son la plasmación histórica de esa naturaleza humana. Por tal vía, el liberalismo está en la derecha.
Pero el liberalismo busca la comprensión de la sociedad por vías racionales. Y aunque reconoce que no puede comprender todo el mecanismo social, sí identifica un conjunto de regularidades que le llevan a dos conclusiones: Por un lado, identifica todas las consecuencias negativas del uso de la fuerza coactiva y, por otro, a medida que va identificando al Estado como el mayor causante de la ruptura de la armonía natural, va emergiendo el retrato de una sociedad ideal que es describible en términos racionales. Incluso puede ser revolucionario e impaciente en la búsqueda de la plasmación de ese ideal social. Esto le acerca a la izquierda, aunque sus diferencias con ella son insalvables.
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