Movimiento 15-M: ¿Revolución? No, pataleta
Libertad Digital, Madrid
Vivimos en un mundo artificial carcomido por las apariencias y políticamente correcto. Llaman al pagador de impuestos, contribuyente. Al camionero, chofer. Al carcelero, funcionario de prisiones. A los asesinos, enfermos mentales. Si se puede estudiar una sociedad por el uso de su lenguaje, Occidente está en las últimas.
Lo estamos viendo ahora con los manifestantes de Democracia Real YA. Afirman hacer una revolución contra el establishment, cuando tal "revolución" no es más que una "pataleta" que legitima el Poder.
Los manifestantes de estos días piden al Gobierno Omnipotente: ¡más Gobierno Omnipotente! Algunas de las consignas usadas han sido tales como "la solución a la crisis no pasa por los recortes sociales". "Contra la temporalidad, la flexibilidad y la precariedad". Incluso cosas como "la juventud más preparada de la historia vivirá peor que sus padres". Tal vez nuestros padres no estuvieran "preparados", pero hacían lo único que es necesario para triunfar: trabajar como bestias, competir, ahorrar y mantener un mínimo de responsabilidad económica. Si no podían comprar algo, no tiraban de VISA, ni pedían más dinero a sus padres o al banco, ni se olvidaban de todo para salir de fiesta.
Imagínese que alguno de los partidos mayoritarios se vuelve más populista de lo que ya son y satisfacen una de las consignas de los "jóvenes sin futuro". Pongamos que les regala una casa con un televisor de LED de 40 pulgadas. Evidentemente esos "revolucionarios" dejarían de patalear y se quedarían en sus nuevas casas: "el amo nos ha dado una casa". Seguirían siendo los mismos esclavos sin futuro, pero con sus demandas cumplidas. ¿De verdad cree que esto significa arreglar algo? Sus demandas no son más que conformismo y mediocridad.
Privilegios y derechos no son lo mismo. Los manifestantes "revolucionarios" han olvidado el origen criminal de los derechos sociales. Estos nacen del latrocinio, del robo, de los impuestos y la deuda descontrolada. Los privilegios sociales son de suma cero: el Gobierno roba a Juan, se queda un 30% de lo saqueado, y da el resto a Pedro. Un sistema basado en algo así no solo crea pérdidas totales netas –ya que no aporta producción alguna– sino que convierte una sociedad libre en un Estado policial y confiscatorio. Más aún cuando todo nace del fraude y la mentira. Nuestros políticos llevan años y años diciendo que luchan por nuestros derechos sociales y eso les ha servido de excusa para llenarse el bolsillo mientras trabajan para las grandes empresas con nuestro dinero.
Sinceramente, los de Democracia Real YA son unos engañados. Dan motivos al Poder para crecer y que así todo siga igual. Una revolución de verdad es cambiar la tendencia. En nuestros tiempos significa demoler el Estado del Bienestar y los medios políticos (partidos, sindicatos, patronal, lobbies económicos y sociales). No somos más que sus esclavos que les pedimos las migajas. El objetivo es derrocar al tirano, no pedirle una casa, una pensión imposible de pagar y alguna subvención cochina.
Para obtener autonomía, riqueza y prosperidad solo podemos confiar en nosotros y la propia sociedad civil. Nosotros hemos de construir el futuro y no un partido único como el PPSOE. Basta de tributos, exigencias, permisos, licencias y limosna nacida del robo. Si no siempre estaremos igual. No podemos ser amos de nuestro futuro si no somos amos de nuestras vidas. La única solución es reducir el tamaño del Estado al de un puño para aplastarlo, y suprimir todas sus absurdas leyes contra la economía y nuestros estilos de vida.
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