¿Una nueva crisisis con misiles en América Latina?

El Diario Exterior

En octubre de 1962, una grave crisis llenó de alta tensión a toda nuestra región. La Unión Soviética, aceptando entonces la invitación de Fidel Castro, había subrepticiamente transportado y emplazado algunos de sus misiles intercontinentales en Cuba. Como es obvio, la idea era que ellos apuntaran intimidatoriamente contra los Estados Unidos.

La amenaza estratégica directa resultó intolerable para el Presidente J. F. Kennedy y, después de duras negociaciones, los soviéticos aceptaron finalmente retirar sus misiles del suelo cubano. A cambio, los Estados Unidos se comprometieron a no invadir la isla, perdiendo así la hegemonía que hasta entonces tenían en la región caribeña. Desde ese momento hasta hoy.

¿Podría algo parecido explotar ahora, pero en el territorio de Venezuela? Quizás, aunque las alarmantes versiones que han comenzado a circular cada vez con mayor intensidad no están ciertamente confirmadas.

Ocurre que algunos medios, como el alemán Die Welt, o El Nuevo Herald, de Miami, o La Prensa, de Managua, sugieren que, como consecuencia de acuerdos estratégicos secretos celebrados hace algunos años por Venezuela con Irán, habría ya varios misiles iraníes -de mediano alcance- en el territorio de Venezuela.

Según esos medios, fuentes de inteligencia aseguran que los misiles venezolanos están almacenados en bunkers subterráneos ubicados en el estado venezolano de Guárico, más concretamente en la localidad de Zaraza. Ellos habrían sido construidos en el mayor de los secretos por ingenieros militares iraníes.

Las versiones sostienen además que, desde hace algunos años, se estaría también construyendo activamente una base militar para misiles en la península de Paraguaná, en el estado venezolano de Falcón, curiosamente el punto más cercano a los Estados Unidos en Venezuela.

Irán, recordemos, tiene varios tipos de misiles de mediano alcance, esto es con capacidad de alcanzar objetivos a más de 1.200 kilómetros de distancia. Entre ellos, los llamados Shahab-3, muy conocidos, y el más reciente Ghadr-110 que, se dice, puede volar unos 2.500 kilómetros. Por esto, si bien no llegaría a los Estados Unidos, podría golpear -en cambio- a Colombia y al propio canal de Panamá.

La información difundida sugiere que el pacto supone el derecho de Irán de lanzar los misiles que estarían en Venezuela en caso de ser atacado por los Estados Unidos. Las autoridades venezolanas, como es habitual, han desmentido (aunque sólo elípticamente) que esto sea efectivamente así pero, después de la demostrada “duplicidad” del gobierno de Chávez en sus vinculaciones íntimas con las FARC, pocos le creen ya a un Hugo Chávez cada vez más cuestionado y desprestigiado.

Mientras tanto, Mahmoud Ahmadinejad, enfrentado abiertamente con el liderazgo religioso de su país, parece estar perdiendo influencia política, la que trataría de recuperar asistiendo en Viena a la próxima conferencia de la OPEP, para presidirla, porque Irán tiene la presidencia pro tempore del cartel exportador, ganando así alguna visibilidad internacional.

Lo cierto es que el líder de la teocracia iraní, el Ayatollah Khamenei, frenó abruptamente la remoción del Ministro de Inteligencia iraní que había sido dispuesta repentinamente por Ahmadinejad, dejando así visiblemente debilitado al presidente iraní, cuya facción aspira a ganar las elecciones parlamentarias del próximo mes de marzo, lo que ahora puede resultar complejo.

En la teocracia iraní, recordemos, la máxima autoridad está claramente en manos de los líderes religiosos que han comenzado a desconfiar abiertamente de Ahmadinejad y de su ambicioso entorno nacionalista, sospechando que ellos están en un camino peligroso que -en definitiva- apunta a quitarles de las manos el timón del poder político de Irán. Lo que les resulta inaceptable.

Emilio J. Cárdenas fue Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.