El precio de la libertad

Definitivamente se trata de un partido viejo secuestrado por unos jóvenes socialistas no tan jóvenes dirigido ahora por un viejo socialista no tan viejo al que le han dado todo el poder. ¡Pero qué antiguo es todo! Espacio para el poder, nada para las ideas. Se parece al Madrid de Florentino: donde cursa Rubalcaba pongan a Mourinho: Toma, ahí tienes el mando, haz lo que puedas. Se parece poco al Barcelona: No hay jugada que no esté pensada para que el aficionado disfrute. Si fuera un partido creo que terminaría votando al Barça, y que Dios me perdone. Juegan para los suyos y para los demás, para los que simplemente nos gusta el fútbol. En Wembley vi cómo hasta Rooney les aplaudía. El PSOE se desliza hacia la poquedad, que es una forma de ir hacia la deriva. Chacón dice que estaban en riesgo la unidad del partido y la autoridad de Zapatero. Pero eso ya lo estaba, incluso antes del epílogo y la denuncia de esta señora que se declara aspirante a catalana y española, como si hiciera falta aspirar a lo que uno quiere ser.

Pero a lo que voy: la dirigente que pudo ser no dijo en ningún momento quién era el que ponía en riesgo la unidad de un partido dividido y la autoridad de un dirigente que, desde que anunció que se iba, ya no la tenía. No lo nombró, pero desde el hígado estaba hablando de Rubalcaba. Puro patriotismo de partido. Cuando vence la emoción y no la inteligencia, el riesgo de disparatar te acompaña siempre. Las primarias son aspiraciones secundarias de un PSOE distraído. Hace falta valor para ir por las agrupaciones pidiendo el apoyo siendo candidato único. Y mucha fe para aplaudir semejante mentira. Menuda forma de entender el mensaje del 22M. En segundo de Bachillerato debe de haber alguien que dentro de un par de lustros pida explicaciones. Lo ha escrito en El Paísdel sábado José Andrés Torres Mora, miembro de la Ejecutiva socialista: «Siempre que aparece un hombre providencial que nos exige que le entreguemos el poder para salvarnos debemos negarnos, sea cual sea la amenaza. Este es el precio que se paga por ser libre». Y yo, descreído y harto de la función, no tengo nada más que añadir.