Cómo gastarse una bonanza
Imagínese la historia de dos maiceros: Esteban y Juan. Esteban se contentó con el precio inusualmente alto del maíz y se gastó toda la bonanza en una casa nueva, un carro nuevo, viajes y demás consumos personales. Juan, en cambio, aprovechó la bonanza para invertir en tecnologías e infraestructura que aumenten el rendimiento por hectárea en su cultivo.
Durante la bonanza muchos pensaron que a Esteban le iba mucho mejor que a Juan. Pero de repente cayó el precio del maíz. Esteban gastó tanto que hasta se endeudó, además como no había invertido en mejorar su productividad vendía casi el mismo volumen de maíz pero a una fracción del precio de “las buenas épocas”. Juan, en cambio, estaba casi libre de deudas y con el rendimiento más alto por hectárea en la historia de su hacienda, de manera que el precio reducido se compensaba en gran medida con su mayor productividad.
Todo esto no es para sugerir que yo o algún planificador iluminado deba decirle a la gente cómo gastar su dinero –algo así nunca se recomienda en esta columna– sino para ilustrar dos estilos de gobierno: uno que implementó políticas que fomentaron el aumento en la productividad y otro que fomentó solamente el consumo.
¿Nuestro Gobierno es Juan o Esteban? Depende de su definición de inversión. Según la propaganda oficial este Gobierno sería claramente un Juan. “Nunca se ha invertido tanto como durante este Gobierno”. El problema es que esa es la visión estatista de la economía: solo se considera lo que el Gobierno invierte y nunca se les ocurre que tal vez esa no era la inversión que se requería o que el aumento en la inversión estatal no compensa la inversión privada (nacional y extranjera), ni en cantidad ni en calidad, que ha desplazado.
Marcos López, exdirector del Banco Central del Ecuador, indica que mientras que los cuatro gobiernos entre 1998-2006 recibieron 40.870 millones de dólares de ingresos por petróleo e impuestos, este Gobierno recibió entre 2007 y 2010 46.515 millones de dólares. Es decir, en 4 años superó en 5.645 millones de dólares lo que los otros gobiernos recibieron durante 9 años. Durante el primer periodo, se redujo la deuda externa considerablemente y se llegó a acumular un ahorro con una parte del ingreso por la venta del petróleo.
Este Gobierno se gastó ese ahorro, además de los cuantiosos fondos obtenidos por la bonanza petrolera, y ahora está endeudándose. Entre 2009 y 2010 la deuda aumentó de 10.230 millones de dólares (19,7% del PIB) a 13.340 millones de dólares (23,4% del PIB). Este año se espera que llegue a 16.500 millones de dólares, lo que demuestra un crecimiento rápido del endeudamiento incluso en épocas de vacas gordas.
Además, el gasto en salarios públicos aumento en un 96% entre 2007 y 2010 y la inversión extranjera continua prefiriendo a nuestros vecinos (se desplomó entre 2009 y 2010). Finalmente, mientras que la población en edad de trabajar creció en 253.000 personas entre 2010 y 2011, la Población Económicamente Activa (PEA) se encoge en 145.000.
Cuando caiga el precio del petróleo, se volverá muy evidente si nuestro Gobierno había sido prudente como Juan o irresponsable como Esteban. Por lo pronto, podría empezar a considerar cómo reducir un gasto que es insostenible incluso con un precio alto de petróleo.
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