El «fracaso» de la guerra al narco: una declaración de efecto incierto
Es algo que ya se ha dicho y parece obvio. Surge de un informe en el que participaron varios ex presidentes y ex funcionarios internacionales, además de intelectuales. ¿Por qué reiterarlo? ¿De qué sirve? ¿Qué cambia? ¿Por qué esos ex no hicieron algo cuando estuvieron a cargo?
Éstas y otras preguntas se desprenden del reciente reporte de la Comisión Global sobre Política de Drogas, que recomienda a los gobiernos reconocer que la llamada guerra contra las drogas ha fracasado y que la salida es despenalizar el uso de las sustancias hoy prohibidas.
La Comisión les pide a políticos y figuras públicas "tener el coraje de articular públicamente lo que muchos de ellos reconocen de forma privada: que la evidencia demuestra abrumadoramente que las estrategias represivas no resolverán el problema de las drogas".
Y dice que que debe ponerse el énfasis en el consumo de narcóticos como un problema de salud pública que evite la marginalización de sus usuarios y eventualmente reduzca el negocio de las bandas criminales que operan su comercialización.
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Expertos consultados por BBC Mundo coincidieron en que, si bien no se trata de una propuesta nueva, lo novedoso es el alto perfil de quienes -en otras palabras- piden cambiar la estrategia impulsada fundamentalmente por Estados Unidos en América Latina y en el resto del mundo desde los tiempos del presidente Richard Nixon.
"La importancia de este reporte no es lo que dice, sino quién lo dice", le comenta a BBC Mundo Michael Reid, editor de las Américas de la revista británica The Economist.
"Es un grupo cada vez más grande de políticos jubilados y de actualidad que están llegando a la conclusión de que las drogas son fundamentalmente un problema de salud pública y no solamente de seguridad".
Entre las personalidades que participaron en el informe figuran los ex mandatarios César Gaviria (Colombia), Ernesto Zedillo (México) y Fernando Henrique Cardoso (Brasil), además del ex secretario general de Naciones Unidas Kofi Annan, el ex encargado de Relaciones Exteriores de la Unión Europea Javier Solana, el ex presidente de la Reserva Federal de EE.UU. Paul Volcker y el ex secretario de Estado estadounidense George Shultz.
Escritores como Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes también integran la nómina.
Si bien Annan ha sido de la partida, en la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito prefirieron no opinar sobre el informe. Un portavoz, Alun Jones, le dijo a BBC Mundo: "Estamos analizando el reporte. Por ahora es prematuro sacar conclusiones".
¿Por qué ahora?
Una de las preguntas que muchos se hacen es por qué los ex gobernantes y ex funcionarios unen sus voces ahora para admitir que la guerra contra las drogas "no ha sido, no podrá y no será ganada" y que la estrategia actual ha tenido "devastadoras consecuencias" para personas y países. Mirando casos como el México, ¿no es algo obvio a estas alturas?
"El debate de la prohibición versus la despenalización de las drogas es viejo. Pero este reporte es novedoso en el sentido de que nunca hemos tenido líderes de semejante calibre diciendo que la guerra contra el narcotráfico debe terminar y hay que comenzar a regular el consumo de distintas drogas, incluyendo la posibilidad de despenalizarlas", le dice a BBC Mundo Danny Kushlick, de la Fundación de Políticas de Drogas Transform, con sede en el Reino Unido.
Y el tema es hoy más relevante que nunca, según Kushlick: "Estamos en una situación en la que miles de personas han muerto en la guerra contra el narcotráfico en México o en la que Colombia sigue siendo profundamente problemática por la participación de paramilitares en el cultivo de coca".
"Al parecer, estamos peor que nunca en la guerra contra las drogas. Se gastan US$100.000 millones al año en esta lucha que sólo genera desesperación y degradación entre las personas más desfavorecisas del planeta".
Michael Reid, de The Economist, añade: "Uno de los factores que ha llevado a este grupo de personalidades a llamar la atención sobre el problema es precisamente que en los últimos diez o 15 años las mafias de la droga se han desplazado de Colombia a México, de México a Centroamérica, y han desembarcado por ejemplo en Perú y Bolivia".
"En otras palabras, el supuesto 'éxito' de la estrategia de seguridad en un país -como el Plan Colombia- lleva a fracasos en otros".
Electorado y dinero
En las lista de nombres que contribuyeron al informe de la Comisión Global sobre Política de Drogas llaman la atención los de políticos que fueron presidentes en América Latina.
En el caso del ex mandatario colombiano César Gaviria (1990-1994), su cambio de parecer sobre la guerra contra las drogas ha sido radical y, por lo tanto, inocultable: durante su gobierno impulsó una batalla frontal contra el narcotráfico, en especial contra el cartel de Cali, y persiguió y mató al capo del alto perfil Pablo Escobar.
¿Por qué él y los otros ex presidentes, notablemente el mexicano Ernesto Zedillo (1994-2000), no aplicaron las políticas que ahora recomiendan cuando estaban en el gobierno?
Los analistas consultados por BBC Mundo coincidieron en dos puntos: que hablar de despenalizar las drogas ha sido impopular entre el electorado y que la catarata de fondos de Estados Unidos en ayuda militar y de otra naturaleza para luchar contra el narcotráfico ha hecho más difícil -o menos tentador- cambiar el rumbo de las políticas.
"En el fondo todo es una cuestión de valentía. Lamentablemente, cuando los políticos están en funciones piensan que abogar por la legalización o la despenalización de las drogas es el beso de la muerte, porque es un argumento que va en contra de lo que cree mucha gente", afirma Reid.
"Los padres de familia piensan que las drogas son peligrosas para sus hijos. Es verdad, pero el tema es cómo se enfrenta ese peligro, porque la prohibición no funciona. El riesgo sigue ahí y sus hijos van a encontrar las drogas en circunstancias más nefastas y peligrosas. Un político podría decir, con lógica, que la guerra contra el narcotráfico cuesta mucho dinero y que esos fondos podrían usarse para el tratamiento y la educación. Pero es un argumento que ha costado vender al electorado".
Reid recuerda que en 2004 el ahora presidente estadounidense, Barack Obama, describió la guerra contra las drogas como un "fracaso", pero que no ha dicho nada como eso desde que asumió el poder. Y que siendo un parlamentario raso, el ahora primer ministro británico, David Cameron, pidió en 2002 un debate sobre la despenalización de las drogas en la ONU, pero que una vez en el gobierno no ha querido tocar el asunto.
Kushlick coincide en que se trata de una cuestión de agallas, pero que en el caso de América Latina también ha habido fuertes razones económicas.
"Durante muchas décadas ha sido políticamente imposible para líderes en ejercicio promover reformas significativas en la política global sobre drogas. La razón es que Estados Unidos les ha dado mucho dinero", sostiene.
Sin embargo, Kushlick afirma que las situación está cambiando en todo el mundo, incluso en los países más afectados por el narcotráfico: "Los presidentes de México y Colombia han abierto el debate sobre la efectividad de la lucha contra las drogas y la posibilidad de aplicar políticas alternativas".
Y apunta que la discusión ya está instalada también dentro del propio Estados Unidos, donde varios estados -incluyendo California- discuten si regulan o no la producción y el suministro de marihuana.
¿Útil?
En cuanto a las consecuencias prácticas del informe de la Comisión Global sobre Política de Drogas, las opiniones son divergentes.
Para Danny Kushlick, de la Fundación de Políticas de Drogas Transform, lo que hace el reporte es darles "más credibilidad" a los líderes políticos para que sean suficientemente valientes y emprendan reformas.
"Quiero creer que les dará fuerza para ponerse de pie frente a Estados Unidos, decirle que la guerra contra las drogas tiene que terminar y que, en cambio, debe buscarse una estrategia alternativa. Al mismo tiempo, pienso que Washington se encontrará cada vez más aislado si no participa en este debate que cada vez más países impulsan".
Por su parte Michael Reid, de The Economist, expresa sus dudas sobre la utilidad del reporte: "Es otro grano de arena en una playa que se está llenando lentamente con más granos de arena. Pero todavía falta muchísimo".
Para él, América Latina enfrenta un gran dilema. Los carteles ya se han vuelto poderosos y representan una amenaza para la democracia, y en esta situación se pregunta si basta con abordar el problema de las drogas como un tema de salud pública o si al mismo tiempo debe mantenerse algún tipo de política de seguridad, aunque distinta de la actual.
"Los narcos ya están instalados y no van a desarticularse por sí mismos", completa Reid.
- 23 de enero, 2009
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