¿Cuál ‘primavera árabe’?
Los disturbios en Yemen y la posibilidad de que Al-Qaeda pueda apoderarse del poder convirtiendo al país en una base terrorista aún más fuerte de lo que es, debe dar que pensar sobre la política estadounidense y europea en el mundo árabe.
En su recién concluida reunión G-8 de economías industriales en Deauville, Francia, gobiernos occidentales prometieron $40 mil millones a las “nuevas naciones democráticas” en el Norte de África y el Medio Oriente. Es lo mismo que tirar dinero en Chicago con la esperanza de reformas electorales para que los muertos ya no puedan votar en las elecciones.
En la primavera, uno usualmente cultiva un terreno para que la nueva vegetación pueda echar raíces y crecer. En el mundo árabe adonde se dirige este dinero las únicas raíces que uno encontrará son las raíces de la opresión y el terrorismo. Si las naciones occidentales piensan que lo que está pasando en Túnez y Egipto llevará a una verdadera democracia donde partidos políticos competidores, ideologías y religiones tendrán una oportunidad justa y equitativa de ser seriamente debatidos, entonces están realmente engañados. El dinero tendría una mejor oportunidad financiando una racha de suerte en un casino de las Vegas.
Si estos países estuvieran buscando seriamente la democracia y necesitas en dinero solamente para completar su transformación, hay más que suficiente dinero en la región que podría usarse para ayudarles. Según el Departamento de Energía de los EE.UU. el ingreso de la OPEC se espera que suba este año más de los $200 mil millones de aumento que tuvo en el 2010. Esto serían unos $833 mil millones, según vaticina la Administración de Información sobre Energía. Ese es dinero que los Estados Unidos y el resto del G-8 han pagado a las naciones productoras de petróleo a precios que van de $4 a $7 el galón, dependiendo del país.
Si solamente el dinero pudiese alentar la democracia en el Norte de África y el Medio Oriente, hay muchos países árabes con montones de dinero –principalmente Arabia Saudita. Sin embargo, los sauditas han mostrado muy poco interés en una “primavera árabe”, prefiriendo mantenerse estancados en un invierno árabe.
La democracia no surge por sí sola. Tiene que tener una base para poder desarrollarse. Este fue un punto señalado por Timur Kuran, profesor de economía y ciencias políticas de la Universidad de Duke, en una reciente columna de opinión para el New York Times titulada “Las Débiles Bases de la Democracia Árabe”. Kuran escribió, “La democracia requiere pesos y contrapesos, y es mayormente mediante una sociedad civil que los ciudadanos protegen sus derechos como individuos, fuerzan a los legisladores a dar cabida a sus intereses y limitan los abusos de la autoridad estatal. La sociedad civil también promueve una cultura de negociación y les da a futuros líderes la capacidad de articular ideas, formar coaliciones y gobernar”.
Nada de esto existe en cualquiera de las naciones a las cuales el G-8 ha prometido su apoyo. En Egipto, supuestamente el más progresivo de los estados árabes, los musulmanes fundamentalistas todavía persiguen a los cristianos cópticos. La radical Hermandad Musulmana, que al principio de la revolución dijo no estar interesada en poder político, ahora está activamente enfrascada en la búsqueda de una victoria en las próximas elecciones y da indicios de que pudiera revocar el tratado de paz de Egipto con Israel.
Los problemas del Norte de África y el Medio Oriente no pueden resolverse con dinero. Lo que se necesita es un cambio en los puntos de vista. El Islam radical obliga a las mujeres a tener un status de segunda clase; está enraizado no en el optimismo sino en el pesimismo. Los islamistas radicales parecen servir a un Dios iracundo que les ordena matar a los que no creen lo que ellos creen, pero esto hará muy poco por sacar al mundo árabe de la congelación religiosa y política que les impide hacer verdaderos progresos.
En el libro “El León, la Bruja y el Armario” de C.S. Lewis, Narnia ha sido transformada por una bruja blanca en una tierra donde es “siempre invierno, pero nunca Navidad”. Esto más o menos describe las tierras de África del Norte y el Medio Oriente donde la “bruja blanca” es el Islam radical y la primavera nunca llegará mientras éste controle las mentes y corazones de la gente.
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