Propaganda y obra de gobierno
(Puede verse también El disparate de la publicidad estatal por Gabriel Gasave)
El gobierno de Hugo Chávez ha desbordado los límites de propaganda. Una propaganda constante, electorera, engañosa, de mala calidad, asfixiante y embrutecedora que ofende los símbolos patrios y el sentimiento democrático de los venezolanos, orientada sin inteligencia en fomentar una uniformidad de opinión e inculcar los mismos prejuicios con respecto a los mitos y valores asociados con estos y otros asuntos, que tiene como objetivo politizar al individuo de modo que no llegue a pensar de la manera correcta, pero que esté listo para actuar cuando sea necesario de la manera correcta.
Una propaganda que apunta a reducir a los venezolanos a un común denominador de enanismo moral por el estímulo de los apetitos inferiores y por la imposición de hábitos de servilismo, de sumisión y adulación al poderoso, de mendacidad sistemática, de renunciar a las legítimas libertades y derechos, de ser unos ciudadanos convertidos en aborregado rebaño.
Una propaganda empeñada en venderle al país la adoración y la adulación del jefe de la “revolución” –el culto a la personalidad– y la deficiente obra de gobierno que, de por sí, en doce años, no da pie para saltos de alegría, entusiasmo, exaltación o emoción.
El abismo existente entre las promesas y las realidades, entre lo que se ha ofrecido al país y lo que luego se ha realizado y ejecutado, es muy profundo.
Hay una certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar: mientras más pobre e infecunda es la obra de un gobierno, mayor es el empeño publicitario, el interés por ocultar el fracaso.
Recordemos uno de los fragmentos del tratado de la doctrina política de Nicolás Maquiavelo: “El príncipe a veces tiene que mentir para poder seguir gobernando”.
Cabe señalar, que a pesar de que el oficialismo utiliza métodos avanzados de comunicación y bombardea con frases o mensajes políticos a la población, ésta no cree ni tiene la esperanza de llegar a tener un bienestar mejor.
Los discursos del Presidente contrastan con la realidad: mayor inseguridad, corrupción y desempleo, falta de acceso a la educación, vivienda, salud; ausencia de vialidad e infraestructura.
La carestía de la vida parece ya haber desbordado cualquier política de control. Es muy difícil hallar un producto a los precios establecidos por el gobierno, salvo los subsidiados para hacer la respectiva propaganda.
En el fondo se trata de la ausencia de una política general de precios y de salarios, de la quiebra y destrucción del campo y la baja en la producción industrial y agrícola. Los planes para reactivar la agricultura con las expropiaciones de haciendas y de fincas, con los recursos financieros otorgados, demuestran hoy día su completo fracaso.
La producción agrícola ha caído y cada día es mayor la importación de alimentos y productos del campo. Está de por medio el problema de la propiedad territorial, del crédito, de las condiciones sociales del campo y de la producción, no se necesita ser un experto sobre todas estas cuestiones para constatar y poder decir que el gobierno de Hugo Chávez es inepto en lo administrativo y orgánicamente incapacitado para dar respuesta afirmativa a los interrogantes de vida y de cultura de la nación.
- 23 de julio, 2015
- 4 de febrero, 2025
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