La difícil vida de las terceras fuerzas políticas en América Latina
Antanas Mockus en Colombia, Marina Silva en Brasil y Marco Enríquez-Ominami en Chile fueron los grandes fenómenos políticos de América latina en 2009-2010 .
Pero más de un año después de su aparición, los proyectos políticos que ellos encarnaron se encuentran en crisis (Mockus), o en proceso de definición (caso de Marina Silva o MEO).
Todo ello no hace sino mostrar las grandes dificultades que suelen tener los terceros partidos en Latinoamérica cuando intentan romper la preponderancia de los partidos hegemónicos.
Le pasó en su día al Frepaso argentino tras alcanzar el poder en 1999 o al Polo Democrático colombiano. Aunque no todas son historias de fracaso como evidencian las experiencias exitosas del Frente Amplio uruguayo, el PRD mexicano o el PT brasileño.
Mockus, la crisis del sueño verde
El ex candidato presidencial colombiano Antanas Mockus anunció la semana pasada su renuncia a la jefatura del Partido Verde por el apoyo que el ex presidente Álvaro Uribe ha dado a Enrique Peñalosa para la alcaldía de Bogotá.
Mockus, quien perdió la segunda vuelta con el presidente colombiano Juan Manuel Santos, tomó la decisión tras reunirse con los ex alcaldes de Bogotá Luis Garzón y Enrique Peñalosa, quien aspira a la alcaldía por los verdes: “si uno con la voz no logra convencer, le toca aceptar que la siguiente salida es la salida”, dijo Mockus.
El ex candidato presidencial atribuyó su renuncia al respaldo de Uribe a la candidatura de Peñalosa, que calificó como un “sapo que no pudo deglutir”: “hay cosas que no puedo digerir, reconozco los resultados del presidente Uribe, pero claramente, todas las investigaciones en curso, todas la informaciones de prensa van mostrando que ese fue un periodo de resultados pero a costa de límites establecidos en la Constitución”.
Mockus, quien fue alcalde de Bogotá en dos periodos (1995-97 y 2001-03), dio a entender que podría lanzar su candidatura a la alcaldía de la capital al margen de los verdes: “creemos muchísimo en los procesos democráticos que van apareciendo en la sociedad colombiana, creemos que muchísima gente quiere que sigamos en la esfera pública”.
Frente a las opiniones de Mockus ha salido ha contestarle el codirector del Partido Verde, Lucho Garzón, quien ha dicho que ”estamos haciendo una alianza con el Partido de la U no con Uribe…Estamos en una línea de que el Partido tiene que jugar por coaliciones y por alianzas. Es lamentable que estemos divididos en esta guerra fraticida, porque hay un sector que no considera nuestra posición”.
Enríquez-Ominami frente al sistema
Marco Enríquez-Ominami lleva meses trabajando para convertir al Partido Progresista (PRO) en un referente de la política nacional chilena tratando de romper la hegemonía que desde 1990 mantienen la Alianza de derechas y la de centro izquierda (la Concertacción).
Su propósito es afianzar su alternativa y promover la reforma del sistema político chileno, desde posturas de alto contenido moralizador y principista: “lo que tenemos en Chile son reyes, no Presidentes. Los jefes de Estado aquí son jefes de Gobierno y de coalición. Los países han reformado su sistema político porque han entendido que antes de la economía está la política y en Chile los políticos sólo hablan de economía”.
Por eso, para él, “las marchas (de protesta en Chile) yo las interpreto como una gran queja, no a la economía, sino al sistema político…nosotros éramos y somos el cambio y vamos a derrotar a la vieja política gris que se encuentra estancada y secuestrada por las cúpulas políticas de los que co-gobiernan Chile”.
Asimismo, rechaza negociar con la Concertación si es que éstas se basan en cuotas y no en ideas: “con algunos líderes, no con todos, diputados, alcaldes, dirigentes del imaginario de la Concertación nos entendemos muy bien. Nos cuesta muchísimo con los líderes que nos proponen todos los días, acuerdos de cuotas o cupos…Después de un año y medio que hemos invitado a los presidentes de partidos a reunirse a discutir de ideas, resulta que ahora lo único que nos invitan es a hablar de cupos para sus alcaldes y sus candidaturas”.
Se ha convertido en un fuerte crítico de ambas coaliciones y del sistema que encarnan: “nuestro debate no es la Concertación, el desafío es un Gobierno que tiene demasiada frivolidad en sus ministros, falta de conducción, que es el Gobierno de Sebastián Piñera, ese es nuestro adversario, no la Concertación. Sí, con sus dirigentes nos cuesta mucho trabajar…Espero que la Concertación haga algo que no ha hecho todavía, un proceso de autocrítica, le falta todavía. Como muchos chilenos, observo atento lo que le pasa a las coaliciones políticas y hay dos coaliciones entrampadas que no están entendiendo lo que está pasando en Chile”.
Para lograr más proyección política, Marco Enríquez-Ominami se ha situado como abanderado de temas populares como el rechazo a la central hidroeléctrica de HidroAysén: “fuimos los únicos, a diferencia del duopolio Concertación-Alianza, los que el año 2009, en plena campaña presidencial, le dijimos ‘No a HidroAysén’. Hoy lo reafirmamos por la concentración energética, por las consecuencias medioambientales, y porque existen alternativas como el uso eficiente de energía o también la posibilidad de energías no convencionales”.
Marina Silva se aleja de los verdes
Marina Silva llevó al Partido Verde hasta donde jamás soñó esta agrupación: a convertirse en la tercera fuerza política de Brasil con 20 millones de votos a sus espaldas. Los dirigentes verdes, como Fernando Menandro, admiten que “hay dos Partidos Verdes, uno antes, otro después de Marina Silva”.
Pero con el paso de los meses la formación y su líder se han ido alejando. Según el diario Folha de Sao Paulo “a ex-ministra Marina Silva tem discutido abertamente com interlocutores a possibilidade de sair do PV (Partido Verde) em breve…A ex-presidenciável estuda deixar a legenda para ter liberdade de apoiar candidatos de agremiações diversas em 2012. E, mais para a frente, montar um novo partido -batizado temporariamente de Partido da Causa Ecológica”.
Ella lo ha negado públicamente, pese a que son obvias sus diferencias con el presidente del PV, José Luiz Penna, quien comanda el partido desde hace doce años.
Marina Silva, de todas formas, ha lanzado una advertencia velada a Penna: ”estamos aguardando para saber lo que ellos quieren…Está en su mano decidir para donde vamos…el plazo es de la democracia. Los 20 millones de votos recibidos son mucha responsabilidad”.
La propia Marina Silva ha confesado que desea aspirar a más “no voy a quedar cautiva de mi papel como candidata…quiero continuar haciendo mi trabajo en la creación del Instituto Marina Silva. A los 53 años, quiero seguir manteniendo las utopías”.
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