Colombia: La prioridad «también» está en acabar con las Farc
El Colombiano, Medellín
La semana anterior, un columnista colega de este periódico a quien respeto mucho, planteaba que vencer a las Farc no era prioritario para este país. Sin dejar de estar convencido que en el fondo coincidimos en los propósitos y en lo que esperamos sea la Colombia de mañana, quiero manifestar mis puntos de vista no concordantes, sabiendo de antemano que mis contradictores de oficio, aquellos que no importa lo que diga siempre están en desacuerdo, pues no leen a otros sino que se leen a ellos mismos, lanzarán una rabiosa cascada de insultos que lastimosamente solo logra aumentar su gastritis existencial.
La cantidad e interdependencia de los problemas que tiene Colombia, desafortunadamente no permite sugerir una fórmula simple, barata y escalonada que pueda resolverlos en poco tiempo y sin algunos efectos indeseables. En otras circunstancias, la propuesta de primero construir un país perfecto y luego atacar a los violentos sería el sueño colectivo que todos anhelamos, pero no creo que sea posible.
Resulta entendible pero inocentemente peligroso seguir creyendo y proponiendo la hipótesis, vuelta paradigma, de las "causas objetivas de la violencia", con la que creció la generación que se tragó el cuento de la revolución cubana y que todavía gobierna este país, y hasta se viste de toga, según la cual la "conformación de las guerrillas, los grupos criminales y las organizaciones delincuenciales" son el resultado de la pobreza.
Ese cuento era tragable, mas no masticable, para esos ilusos jóvenes patilludos y admiradores del perverso Che Guevara , pues no tenían forma de comprobar el error de esta peligrosa hipótesis, que ha servido a los enemigos de Colombia para justificar sus atrocidades y vestir sus asquerosos intereses personales y egos con el ropaje de "lucha por los pobres".
Hay suficiente evidencia que demuestra que la pobreza no es la causa de la violencia, sino un caldo de cultivo, que en asocio con otras circunstancias y factores, permite que ella aparezca. La hipótesis de las causas objetivas de la violencia, además de ser un insulto para quienes desafortunadamente viven en condiciones precarias, pues insinúa que los pobres son violentos, es insostenible. Según ella, Haití, para poner un ejemplo, tendría que haberse convertido en un cementerio hace décadas. Este esperpento teórico termina justificando al asesino, al ladrón y a todo que quiera romper la ley.
Plantear que exclusivamente la seguridad resuelve todo es tan estúpido como suponer que sin seguridad se puede construir una sociedad.
Pero si la pobreza no es la causa de la violencia no puede llevar a la conclusión, ni siquiera a aquellos con un problema neuronal abrumador, que como ella no es causa, entonces no debemos resolverla. Ni más faltaba. Es una tarea inaplazable y urgente, especialmente para los que hemos tenido más oportunidades.
Garantizar la captura de "todos" los tipos de delincuentes de este país, es tan prioritario como ofrecer el más alto mínimo posible de oportunidades y condiciones dignas para vivir, dentro de las cuales está la seguridad. Esperar que las Farc dejen de ser problema cuando hayamos resuelto todo lo demás es peligrosamente inocente, porque ellas se encargarán de que los esfuerzos que hagamos por hacer una Colombia mejor nunca se den, pues su existencia se funda en que los colombianos vivan en la pobreza y en la desesperanza. Por eso tumban puentes y torres de energía, matan a nuestros campesinos, secuestran a quienes generan empleos, se asocian con dictadores del siglo XXI, apoyan a congresistas que cubren sus cabezas y difaman a nuestras instituciones.
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