Chávez y su incomparable incapacidad
Hace algunos años el presidente de un organismo financiero latinoamericano con larga experiencia en las relaciones económicas internacionales le comentó a un economista venezolano, que en todos sus años de labor nunca se había topado con unos ministros y funcionarios de más precario nivel profesional, que los integrantes del “equipo de gobierno” del señor Chávez.
Y eso que en aquella época, 2001, todavía permanecían algunas figuras presentables en el gabinete, al menos desde la dimensión académica o ejecutiva. En el presente, los casi 30 ministros son una especie de tributo al abajamiento nacional y es que con contadísimas excepciones carecen de la preparación elemental para desempeñar sus funciones públicas.
Cómo será la cosa, que si el ministro estrella del régimen es Alí Rodríguez, ¿qué quedará para los demás? De allí que en relación con el desmadre eléctrico -agravado, por cierto, desde el nombramiento de Rodríguez como ministro del ramo-, el derroche no esté en el “consumo excesivo” de las familias venezolanas, que más bien están consumiendo lo mismo o menos que hace 2 años. No, el derroche se encuentra en otra parte.
Es el derroche de irresponsabilidad, tanto operativa como declarativa, de los jerarcas gubernativos encargados del sector eléctrico, comenzando, desde luego, por el dueño y dador del garrote. Y no luce que el nombramiento de Argenis Chávez vaya en el camino de la gerencia necesaria. Al contrario, de acuerdo a su currículo, el hermano menor del comandante-presidente no debe saber mucho de las delicadas materias que están a su cargo.
Como tampoco sabe Giordani de finanzas públicas, o Khan de empresas industriales, o Ramírez de producción petrolera, o Garcés de infraestructura, o El Aissami de seguridad ciudadana, o pare usted de contar.
Y no hace falta ser un genio de las matemáticas para sacar la cuenta: si el país se cae a pedazos en medio de la bonanza petrolera más prolongada de la historia, por algo será… Y ese algo no está ni el imperialismo yanqui, ni en la oposición maliciosa, ni en los cambios climáticos, ni en nada que sea exógeno al propio desgobierno.
Y la debacle nacional aún no es más gravosa, precisamente por la riada de petrodólares que recibe y despacha el Estado “revolucionario”, gracias al boom de los precios internacionales del petróleo. Si no fuera por ello, habría que declarar a Venezuela en situación de catástrofe humanitaria…
Que de todos modos, no estamos lejos de ese escenario, si tomamos en cuenta los indicadores de violencia criminal, o el decaimiento de los servicios básicos, o la congestión económica, o el quiebre de la salud pública, para sólo mencionar evidencias principales del drama venezolano.
Como el derroche de ineptitud no tiene precedentes en los anales venezolanos, y quizá en ninguna parte de la región, incluyendo la Cuba castrista, es que se puede afirmar, sin exageraciones, que Venezuela padece la incomparable incapacidad de la revolución bolivarista. Y no se necesitan más masacres penitenciarias para demostrarlo.
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