En el caso griego, la «solución argentina» sería una catástrofe
NUEVA YORK.- Para terminar con tanto ajuste que lleva a una crisis política interminable, ¿cuál sería el problema de que Grecia encontrara una "solución a la argentina"? Es decir, el default y reprogramación de su deuda. ¿Tal vez sin devaluación, para no abandonar el euro? ¿Cuál es el problema de que haya una crisis en una economía pequeña y marginal, aunque sea en Europa?
El problema es que Grecia no está sola, porque se sumó a la Unión Europea. Los bonos de deuda que emitió en euros los tienen los bancos alemanes en su activo, respaldando sus pasivos, que no son otra cosa que sus depósitos. Y no sólo los alemanes, también otros grandes bancos europeos.
Lo sabe cualquiera que haya estudiado contabilidad en la secundaria: para que el balance cierre, si se reduce el activo (el valor de los bonos de los bancos), debería reducirse también el pasivo, el "debe". Que en el caso de los bancos son los depósitos.
Es decir, hay que recordar la "solución argentina" completa. La reprogramación de la deuda con una quita feroz incluyó, por supuesto, el "corralito", y luego, el "corralón". Eso es lo que demostraron en una investigación Patrick Bolton y Olivier Jeanne, difundida en marzo por el National Bureau of Economic Research, en Washington. Antes la habían presentado en un ámbito donde las cuestiones académicas derivan en decisiones políticas: un encuentro de investigación del FMI realizado en noviembre del año pasado.
¿Qué puede pasar si Grecia va al default? Una posibilidad cierta es que haya una corrida infernal, jamás vista, sobre todos los bancos europeos. Algunos de ellos -varios, en realidad- están entre los más grandes del mundo.
¿Quién puede esperar que la catástrofe se detenga en Grecia y Portugal? Nadie piensa eso. Ni en las grandes evaluadoras de riesgo, ni en la Reserva Federal de Estados Unidos ni en los grandes bancos americanos. El riesgo de que España, una economía mucho más grande, se sume al derrumbe es enorme y estremece al más valiente.
Si la caída de Lehman Brothers llevó al colapso de la actividad bancaria y a la desaparición de todo tipo de crédito, lo que llevó a su vez a un inmediato parate del comercio internacional de bienes, ¿alguien puede imaginar lo que significaría el súbito corralito de los más grandes bancos del mundo?
Las consecuencias, no sólo para la Argentina sino para el mundo, son absolutamente imprevisibles.
Por esa razón, las ayudas a Grecia ya suman más del equivalente del producto bruto interno argentino de todo un año. Para ponerlo en perspectiva, la Argentina fue al default en 2001 porque no pudo conseguir financiamiento para el equivalente al 1% de su producto. El esfuerzo hecho para evitar el incendio europeo es colosal, sin precedente.
En Estados Unidos, parte de la solución fue que la Reserva Federal se comportó como prestamista de última instancia y compró los papeles que no valían nada, lo que evitó el quiebre de todos los balances.
En la fría letra de su carta orgánica, el Banco Central Europeo no puede hacerlo. Pero algo ya hizo, por la presión de Nicolas Sarkozy.
Con todo, es evidente que por más ajustes que haga y ayudas que reciba, Grecia no podrá pagar la deuda tal como está y requerirá alguna clase de medicina argentina, pero mucho, muchísimo más suave, como un estiramiento de los plazos y algún período de gracia.
Decisión difícil
Ahora, si a los bonistas, que son los bancos, no se les puede hacer el "corte de pelo" y tampoco a los depositantes, ¿quién sigue en la lista? Los contribuyentes que pagan impuestos.
Una salida ordenada de la crisis requerirá que los países que están en mejor posición encuentren la forma de pasarles la cuenta a sus contribuyentes.
Es una decisión política difícil de tomar. Los alemanes deberán entender la ventaja de mantenerse asociados con esos griegos indisciplinados, mientras que los griegos deberán adaptarse a la disciplina fiscal, que requiere ser parte de una unión aduanera y monetaria.
El consenso aquí es que, como dice Bolton, deberá aparecer alguna coordinación fiscal más importante entre los países del euro.
Es decir, que nadie pueda volver a hacer el zafarrancho de déficits que hicieron los griegos, porque eso conduce al estallido. ¿Por qué la Argentina pudo hacer lo que hizo con su crisis y Grecia no? Sencillo: la Argentina era un país aislado, que casi no arrastró a nadie en su caída, sólo al pequeño Uruguay.
Sobre todo, la gran mayoría de los titulares de bonos argentinos eran personas, no bancos. Argentinos y extranjeros. Personas desperdigadas, con escasa capacidad de acción conjunta. Sus catástrofes personales, las de los bonistas italianos, japoneses y alemanes, y la de los argentinos que ahorraron en las AFJP no arrastraron ni a uno solo de los más grandes bancos del planeta.
Por último, el default, la devaluación y el pago por anticipado y sin quita al FMI eran el plan de la Casa Blanca en manos de los republicanos ultraconservadores. Eso quería para la Argentina el gobierno de Bush y, por cierto, eso es lo que obtuvo. No es lo mismo ahora con Grecia. Nadie parece querer ver saltar por los aires la economía europea y al propio euro.
Es lo único que le falta al planeta, tras la crisis financiera que empezó con las hipotecas de segunda en este país, los conflictos en el mundo árabe (que encarecen el petróleo y desestabilizan la región) y los terremotos y accidentes nucleares en Japón, una de las economías más grandes del globo.
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