Panamá: ¿Es sensato aumentar la Deuda Pública?
Desde que asumió el gobierno Martinelli, la deuda pública crece vertiginosamente y la intención es seguir aumentándola, con base en proyecciones, ultra optimistas, del crecimiento de nuestra economía y la relación porcentual Deuda-PIB. Según su visión, el crecimiento económico hace que el monto de la Deuda y su aumento, en términos absolutos, sean irrelevantes.
El gobierno, por intermedio del MEF, ha proyectado que la economía panameña continuará creciendo a un ritmo superior al doble o el triple de la economía mundial y, por tanto, que el país puede seguir endeudándose a un ritmo igual. Según el MEF, para que su idílica visión se materialice, el PIB, para el 2014, tendría que ser de unos 44,600 millones, es decir, superior en un 70% al del 2010, que fue de 26,700 millones.
Las reformas tributarias aprobadas por el gobierno Martinelli, han aumentado sustancialmente los ingresos fiscales; pero también han aumentado la carga tributaria que suporta la clase media y se han traducido en considerables incrementos de los precios, que castigan, con mayor incidencia, a los sectores de menos ingresos. Y si, paralelamente, la Deuda Pública se sigue aumentando, la consecuencia será un túnel sin salida. El gobierno, para atender las crecientes obligaciones financieras, generada por nuevos y mayores endeudamientos, se verá obligado a recaudar más, con nuevos impuestos.
Aunque algunos “expertos” insistan en considerar el aumento de la Deuda Pública como normal y traten de restarle importancia, lo cierto es que no lo es. El endeudamiento puede servir, en los ciclos de bajos ingresos públicos para emprender programas que de otra manera no podrían financiarse, que sirvan para estimular el crecimiento económico. Si las arcas públicas están boyantes, como nos dicen nuestros gobernantes, lo sensato sería reducir el endeudamiento, mediante la simple fórmula de no adquirir o disminuir la contratación de nuevos préstamos.
La teoría de que el crecimiento económico permite aumentar, sin límites, el endeudamiento bordea un precipicio. Las peripecias que vivió Irlanda, en un momento paradigma de éxito financiero, las penurias de Grecia o España o las que padeció Argentina, debieran alertarnos y aconsejarnos corregir el rumbo. Bastaría con que las optimistas proyecciones del MEF se redujeran en 3 puntos porcentuales para que comenzáramos un “via crucis” parecido. Además, no se olvide que los mismos organismos financieros que ahora nos prestan con largueza, también lo hicieron con los países, que ahora califican de irresponsables, y los aprietan con implacables “programas de ajuste”.
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