Panamá: Educación y rendición de cuentas
Cuando una sociedad elige delegar al aparato gubernamental la delicada función de educar a los que menos tienen, bajo la incierta premisa de una “educación igual para todos”, también debe asegurarse de que ciertos mecanismos sociales sigan funcionando. Y, uno de esos mecanismos insoslayables es el de la rendición de cuentas. La rendición de cuentas es una de las claves para el funcionamiento de toda sociedad; sea esto en el comercio de mercancías o servicios; y la educación no se escapa de ello.
Al centralizar cualquier actividad que en su esencia corresponde a los particulares y a sus actividades comerciales, es muy fácil que en ello se vayan perdiendo elementos clave.
Buenos estudios han demostrado, con mucha claridad, que los mecanismos de rendición de cuentas que funcionan a nivel directo entre padres y los dueños de escuelas privadas, incluyendo las que sirven el mercado de los pobres, dejan de funcionar al ser trasladadas al ámbito estatal; por tratarse de un ámbito propenso a la politiquería.
Instituciones internacionales han llegado a reconocer la existencia de lo que algunos de sus expertos llaman “la ruta corta” hacia la rendición de cuentas. Esta ruta corta existe en contraposición con la larga, en la que se supone que la rendición se logra al votar por políticos quienes, a su vez, deben aplicar los mecanismos regulatorios del proceso político.
¿Por qué será, entonces, que tantos prefieren los procesos centralizados? ¿Quién no se ha sentido burlado y hasta humillado en una oficina pública, frente a funcionarios apáticos o peor? Lo que está detrás de todo este complejo de instituciones disfuncionales es la inmensa maquinaria estatal que para su subsistencia se nutre del alimento burocrático. Para el centralista, el libre mercado es un campo estítico, en donde escasean los mecanismos del poder y del dinero sucio.
Un informe del Banco Mundial en el año 2004 describe el proceso de rendición con exactitud, al señalar que es como comprar un emparedado: “Uno pide el sándwich –delegación– entonces lo paga –financiamiento. El sándwich te lo preparan –eficacia–. Te lo comes –generación de información relevante acerca de la calidad–. Luego uno escoge si vuelve o no a comprar en ese establecimiento –rendición de cuentas–.
En síntesis, la rendición de cuentas es una relación entre el comprador y el proveedor, la cual está compuesta de cinco partes constitutivas: delegación, financiamiento, eficacia, información y rendición de cuentas. Y todas estas partes son importantes, según lee el informe del PNUD. Si cualquiera de ellas no está se producen “fallas del servicio”.
De acuerdo con el Banco Mundial, uno de los problemas severos al usar el proceso político para la reforma del sistema educativo para beneficiar a los más pobres es la politización de dicho proceso: la educación se ha convertido en un campo de batalla, en el que diferentes grupos de la sociedad compiten por los recursos públicos escasos, los que, a menudo, van en contraposición a los deseos de su gente.
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