Una sociedad libre
El otro día apuntaba el profesor Rodríguez Braún que nos encontramos bajo las garras del Estado más intervencionista de los últimos decenios en España. Estoy de acuerdo con él. El número de relaciones sexuales a mantener con el marido o la mujer es una de los pocos aspectos de la vida del hombre que aún no se ha regulado. Tiempo al tiempo. Cuando los individuos temen a la libertad (El miedo a la libertad, de Erich Fromm) el ciudadano corre el peligro de que el Estado abuse de su poder, se exceda de sus competencias y, junto a ese temor del súbdito, irrumpa en su esfera privada con ánimo de controlarlo todo. Como así está pasando.
Personalmente, frente al Estado, propongo una mayor autonomía y respeto para con la libertad del individuo. Que duda cabe de que para ser libre antes hay que ser responsable. Y yo creo que, precisamente, es esa responsabilidad la que también se echa en falta hoy día en la sociedad que nos ha tocado vivir. Desgraciadamente impera el relativismo más absoluto. De esto también habla Isaiah Berlín en su ensayo La inevitabilidad histórica cuando señala que “la libertad implica necesariamente responsabilidad, y para muchos espíritus es causa de alivio, que acogen de muy buena gana quitarse de encima el peso que ambas llevan consigo, no mediante un acto innoble de rendición, sino atreviéndose a contemplar las cosas con espíritu sosegado tal como éstas tienen que ser, pues esto es lo que es verdaderamente filosófico”.
Y en tercer lugar la cultura. “Conoce y no estarás perdido”, señala Berlín. “Conoce la tradición, la sangre, la clase, la naturaleza humana o el progreso de la humanidad, el Zeitgeist, la estructura social, las leyes de la historia o los verdaderos fines de la vida; conoce todo esto –sé fiel a ello- y serás libre”. Pues eso, que si queremos ser libres antes tenemos que ser responsables y que, tanto para lo uno como para lo otro, la cultura, el conocimiento, ayuda. Reconocerá conmigo el lector que nos queda mucho trabajo que hacer. Recomiendo encarecidamente la lectura de ambos ensayos, especialmente a todos los que estos últimos días vociferan por las distintas calles a favor de la nacionalización de la banca, las empresas y hasta la vivienda. ¡Ojo que nos metemos en terreno pantanoso!
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