Sentido común
El País, Montevideo
Un nuevo aniversario de la independencia estadounidense. Antes que tantas otras visiones democratizadoras, previo a la tan mentada revolución francesa, en aquel 4 de julio de 1776 se sentaron las bases de una nueva nacionalidad, libre del colonialismo y ejemplo para otros patriotas.
Algo especialmente memorable por estos días en que celebramos el bicentenario de los hechos que fueron el punto de partida para lo que desembocaría en el nacimiento de nuestra patria.
¿Por qué? Porque debe recordarse que José Artigas fue fuertemente influenciado por los mismos principios que influyeron a los padres de la patria estadounidense.
Notablemente, por los principios que expuso Thomas Paine, autor de "Common sense" (Sentido común), obra que según Benjamin Franklin tuvo una repercusión "prodigiosa". En parte debido a su oportunidad: salió de la imprenta el 10 de enero de 1776. No fueron por cierto los antecedentes de Paine (un inglés fabricante de corsés en bancarrota, exmaestro, predicador, tendero y recaudador de impuestos) los que le dieron el espaldarazo a su obra, sino su contenido.
Bernard Bailyn ha dicho que a principios de enero de 1776 no podía ser considerado una exageración, el decir que "había que ser un loco o fanático para propugnar la independencia de Norteamérica", cuando todo el mundo sabía que Inglaterra era la nación más poderosas de la Tierra.
El escrito titulado "Sentido común", no parecía ajustarse al sentido común del momento. Pero el tono agresivo y directo con que emitía su tajante afirmación de que los partidarios de la independencia tenían toda la razón, encendió a quienes suscribieron la declaración unánime de independencia de los trece Estados Unidos de América, cuyo preámbulo deja en claro la necesidad de la independencia para los colonos, sus razones, el consenso existente, la necesidad de los hombres y países de una misma libertad política y su necesidad de formar un nuevo gobierno para proteger sus derechos.
Una serie de ideas que hoy son de curso corriente, emergen de todo esto. Entre ellas, la importancia de los derechos humanos por encima del derecho divino, de los derechos del pueblo antes que los del rey. Asimismo, que los derechos naturales como la vida, la búsqueda de la felicidad y la libertad son más importantes que las leyes dictadas por los hombres.
Finalmente, la importancia de la "regla de la mayoría" o la facultad de la mayor parte de la población a cambiar a un gobierno cuando entiende que éste ya no está funcionando a su servicio.
El camino emprendido no fue fácil. La guerra por la independencia del reino de Gran Bretaña se prolongó hasta 1783, pero el valeroso empeño de los hombres que suscribieron la declaración fue imparable y dio nacimiento a la entonces mayor democracia del mundo.
Al mismo tiempo alimentando los sueños de muchos otros patriotas, incluyendo los que en el Río de la Plata decidieron romper audazmente los lazos que los sometían a la monarquía española.
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