Lo que sí está escrito en piedra
Las recurrentes discusiones, por cierto excesivamente mediáticas, acerca de cómo se financiará un plan de seguridad efectivo, tuvieron el pasado viernes un nuevo episodio con motivo de la reunión entre el presidente Funes y dirigentes de gremiales empresariales.
Es saludable que el diálogo, aparentemente ausente durante varias semanas, haya sido retomado. También fueron saludables las declaraciones del primer mandatario, indicando que el formato del tributo "no está escrito en piedra". Es correcto: los formatos no son pétreos.
Y fue alentador leer "no vamos a llevar una propuesta que castigue el empleo, la inversión y los ahorros. No me lo tienen que decir, si lo castiga no lo hacemos".
Sería, sin embargo, una mala idea no hacerlo. Me refiero a hacer un buen plan y una adecuada implementación.
Sería, asimismo, una ingenuidad de las gremiales empresariales creer que el tan postergado plan de seguridad (efectivo…) vaya a poder financiarse sin recursos.
¿Colombia? Puede ser una buena referencia, aunque habría que ver en qué consistió concretamente su plan: las realidades, tanto fiscales como sociales, suelen variar mucho entre diferentes países.
Pero sería imperdonable, de parte de todos, olvidar que una de las funciones básicas del Estado, independientemente del gobierno que circunstancialmente lo esté administrando, es garantizar la seguridad de quienes habitan su territorio. La física y la jurídica. Eso sí tiene que estar escrito en piedra.
Si bien no existe un impuesto neutro, pues en última instancia todos detraen recursos al sector privado, hecho que se refleja en menores niveles de inversión, de consumo y de empleo, la economía enseña que algunos impuestos son más distorsivos que otros. Mucho más.
El mundo desarrollado tiene, ciertamente, impuestos más altos que los de América Latina. Tiene también, claro, seguridad, carreteras, hospitales, escuelas. Y la lista sigue, larga. Tan larga como las carencias de nuestros barrios latinos.
¿Qué viene primero entonces, el huevo o la gallina?, ¿la nueva recaudación o el nuevo gasto? Realmente, lo primero debería ser asegurarse que el nuevo gasto utilice de manera efectiva la nueva recaudación. Y que tal nueva recaudación surja de un tributo que sea lo menos distorsivo posible. Eso también tiene que estar escrito en piedra.
Un impuesto al patrimonio, con el negativo mensaje que la etiqueta "al gran capital" implica, es definitivamente uno de los más nocivos: desalienta la formación de nuevo capital físico, imprescindible para generar los empleos que El Salvador tanto necesita.
Además, los impuestos son desembolsos líquidos que se pagan con los flujos generados en un ejercicio. No con el patrimonio, que en gran parte suele estar ilíquido.
Sin embargo, deben tomarse recaudos con las "recomendaciones" que provienen del sector empresarial: desde esas gremiales hace menos de un año se dijo "la desconfianza está superada", en una alegre noche brasileña. Y algunos de los presentes en la reunión del viernes habían peleado, como gato panza arriba, para que no les quitaran el privilegio del "draw-back".
Adam Smith, padre de la economía y referente del mercado libre, mostraba en "La riqueza de las naciones" una gran desconfianza ante cualquier tipo de "recomendación" que proviniera del sector empresarial, destacando que cuando los empresarios se involucran en actividades de lobby se olvidan de los intereses del consumidor. No adoptar esta recomendación de Smith como escrita en piedra sería pecar de ingenuidad mortal.
Finalmente, para salir de la pobreza se necesitan salarios reales altos, siendo el siguiente el único camino genuino: 1) generar condiciones institucionales que atraigan capitales, 2) esos capitales financian inversiones productivas, creando demanda adicional de mano de obra, 3) esa demanda adicional de mano de obra aumenta los salarios (y no la bondad de los empresarios, diría irónico Smith…), y finalmente, 4) como las inversiones productivas aumentaron la productividad de la economía, los incrementos salariales son genuinos y permiten un mayor consumo de los asalariados.
Tal proceso, más que ninguna otra cosa, está absolutamente escrito en piedra. Al menos en este planeta.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
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- 16 de junio, 2012
- 8 de junio, 2012
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