Panamá: El espectro del socialismo
El “transfuguismo”, término que está de moda y que se le ha dado a los políticos que saltan de partido, junto con la absorción de Molirena por Cambio Democrático, han dominado las noticias en estos días.
En muchos lugares del mundo, el voto popular para elecciones de presidentes o primeros ministros se ejerce usando como criterio, en gran parte, la ideología del partido a la que el candidato pertenece, o con el cual simpatiza, y en menor parte, por el propio candidato que representa al partido en cuestión.
Tanto así, que en Estados Unidos, los dos partidos principales son los de tendencia liberal o los Demócratas, y los de tendencia conservadora o los Republicanos.
Los últimos creen en la conservación de la moral, los valores, cultura, leyes y costumbres que forjaron ese gran país y lo llevaron a ser la primera potencia mundial en todos aspectos. Los primeros creen en la liberación de todo lo anterior para darle cabida a todas las otras influencias, independiente de su proveniencia e intenciones.
Como resultado de esto, ya no existe como antes el americano único, que hablaba inglés y pensaba como americano, proveniente de la famosamente llamada melting pot, sino una variedad de “guion-americanos”: africano-americano, asiático-americano, hispano-americano, etc… Incluso, las leyes y costumbres han tenido que cambiarse para acomodar a todos estos que han llegado al país, con el deseo de disfrutar de los derechos y ventajas de ser americanos, pero exigiendo y logrando que se conserven sus idiomas, costumbres y valores.
Aquí en Panamá tenemos tres partidos dominantes: Partido Revolucionario Democrático (PRD), Partido Panameñista y, ahora, Cambio Democrático. Desconozco, y aún no he hallado alguien que me explique, la ideología de estos partidos. Me atrevo a decir que muchas personas de estos partidos ni siquiera saben de qué se está hablando y, si lo saben, poco lo viven. Ya no hay la menor duda de que la mayoría de los integrantes de estos partidos solamente ven en ellos una participación conveniente para el logro de intereses personales.
El transfuguismo y la absorción de partidos es prueba fehaciente de que a la hora de la verdad, hay carencia de ideologías y principios.
Los panameños no votamos por ideologías, porque o no existen o se desconocen. Nuestro voto es dirigido al candidato (a) presidencial y todas las promesas que nos hace en campaña. En la última campana electoral, la candidata del PRD se equivocó al tratar de promulgar el llamado gobierno tipo “socialista”: igualdad para todos, en donde los que menos tienen creen que van a ser iguales a los que más tienen, sin entender que, a la larga, esto quiere decir que todos seremos iguales de pobres, con la excepción de los pocos que son “más iguales” que los demás. Como ejemplo, Cuba y el futuro de los países socialistas que funcionan bajo el paraguas de Chávez.
A Dios gracias que el pueblo panameño resultó ser mucho más pensante y no nos dejamos engañar por toda la retórica, sino que más bien, tal como es nuestra costumbre, nos fijamos en quién era la candidata, sus antecedentes, sus tendencias, y quienes la apoyaban abierta y secretamente. La derrota avasalladora fue un mensaje claro que mandaron los votantes. En mi caso, debo admitir que mi voto por Martinelli no fue por ideología política (¿?), ni por convencimiento en su persona durante su campaña, sino, simple y sencillamente, por ser la única alternativa viable para evitar que ganara el PRD, que, en mi opinión, hubiera sido un desastre para nuestro país.
Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Aprendamos de los tropiezos que han ocurrido en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, países democráticamente manejados pésimamente a través de los años, que ha dado como resultado los gobiernos socialistas actuales. En manos del Presidente está la alternativa de robustecer nuestro sistema democrático, trabajando para el beneficio de todos, y alejándonos del espectro del socialismo como solución a los males que nos achacan. La misma piedra está en nuestro país, Sr. Presidente, esta puede ser nuestra última oportunidad para no tropezar con ella.
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