Se debilita la influencia de Hugo Chávez en la región
El Diario Exterior, Madrid
La imagen y consiguientemente también la influencia de Hugo Chávez en la región se ha deteriorado mucho. En todas partes. Pocos creen en sus propuestas. Y muchos le recelan, particularmente por entrometido.
Esto ocurre, en parte, porque la economía de su propio país está en situación de desastre. Es toda una catástrofe que opera con una inflación anual del 25%; una deuda pública creciente y cara, que no para de aumentar; con cruentos motines en sus cárceles; con carencias muy serias en todo el sistema nacional de salud; con importaciones crecientes de alimentos; con un elevadísimo índice de homicidios y crímenes; con una sensación de corrupción total; y, para peor, con apagones programados en todo el sistema eléctrico de su país, lo que evidencia el mal manejo del sector y una absoluta falta de responsabilidad, profesionalismo y previsión.
Pero también es consecuencia del debilitamiento de la capacidad de Chávez de intervenir en los asuntos internos de otros países, que ha disminuido fuertemente. Con o sin “valijas” con dinero en efectivo, como las conocidas de Antonini Wilson.
Las refinerías prometidas a sus vecinos simplemente no existen. El gasoducto panamericano, tampoco. Todo se quedó en especulaciones y en los tableros de diseño. Nada se ha transformado en una realidad. Puro humo, entonces.
No ha podido siquiera usufructuar la ola de gobiernos izquierdistas que, en la región, le tienen simpatía, como los de Bolivia, Ecuador o Argentina.
Tan es así, que en la reciente encuesta publicada por Latinobarómetro, Chávez sale relegado con apenas 3,9 puntos, en una escala donde el 1 es lo peor y el 10 lo mejor. Mal, entonces. Detrás de él sólo está Fidel Castro y eso no es precisamente un consuelo.
En el 2005 Chávez había cosechado un 5 en esa misma encuesta, lo que sugiere un proceso de constante deterioro. Imparable. En Colombia y México sólo el 14% de los entrevistados tiene una opinión favorable al caribeño. Casi 9 de cada 10 personas, lo consideran entonces desfavorablemente. En el Perú, las cosas no son muy diferentes, desde que Chávez tiene apenas un 18% de opiniones favorables. Son claramente muchos más quienes lo detestan, que quienes lo aplauden. Lo que es natural.
La disconformidad crece también en su propia casa. Esto ocurre cuando se acercan las elecciones presidenciales del 2012 y Chávez -como si estuviera realmente abullonado al sillón del poder- insiste en buscar una nueva re-elección, a la manera de los caudillos providenciales. Lo que no está, para nada, garantizado con una oposición que concurrirá a la cita unificada y con la esperanza real de salir del autoritarismo impuesto por Chávez.
Mientras tanto, un Chávez desconfiado ha preferido operarse quirúrgicamente en Cuba antes que en su propio país y ahora “gobierna” por teléfono (larga distancia) desde La Habana, lo que quizás no es sino un cambio simbólico. Pero el 5 de julio deberá estar en su casa para presidir allí una “cumbre” más de presidentes de la región y celebrar, de paso, el bicentenario de la independencia de su país. Intentará, se cree, construir un nuevo “bloque regional”, uno más, excluyendo -cual leprosos- a Canadá y a los Estados Unidos. Así de “exclusivo” pretende ser el caribeño.
Vientos de fronda comienzan a soplar en Venezuela. Poder, de pronto, sacarse al lamentable caribeño de encima a través de las urnas encendería una celebración fenomenal. Porque supondría que la tarea de demolición de la democracia en la que ha estado empeñado Chávez desde hace años ya, podría interrumpirse para bien de todos. Dentro y fuera de Venezuela.
Emilio J. Cárdenas fue Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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