Los recursos son escasos
La mayoría de los errores en los campos de la economía y la política provienen de no entender el problema fundamental de la economía y de la existencia humana: la escasez.
Es habitual ver a la clase política, a los medios de comunicación e incluso catedráticos de economía, apoyar mensajes y teorías intervencionistas que prometen eliminar la escasez de algún recurso de forma mágica o en base a buenas intenciones. Son comunes los eslóganes del tipo "haremos que todo el mundo tenga una vivienda" o "sanidad gratis para todos".
Sin embargo, las continuas regulaciones e intervenciones en los mercados y las inseguridades jurídicas que desembocan en pobreza y crisis económicas son fruto de no entender qué es la escasez y de qué manera debemos luchar contra ella.
Con respecto a la escasez podríamos decir, como diría Goethe, que todos la viven pero nadie la entiende. Y es que si hay algo cierto, además de la muerte y los impuestos, es que vivimos en un mundo de recursos escasos. Estamos rodeados de escasez de bienes, tiempo y energía. Este problema se ha presentado en todas las etapas de la humanidad sin excepción.
¿Qué significa que un bien sea escaso? Que no podemos disponer de una cantidad ilimitada de aquello que consideramos útil.
Ciertamente, no estaría mal vivir en el Jardín de Edén. Colocados allí como Adán y Eva, contemplando el árbol de la ciencia del bien y del mal y el árbol de la vida. Recién creados por Dios, que nos entregaría todo aquello que necesitásemos para tener gozo, placer y armonía. De este modo no nos faltaría de nada. Todos los bienes serían superabundantes. Serían bienes libres, porque están disponibles en tal abundancia que no es preciso administrarlos.
Pero hasta que el tiempo se haya cumplido y estemos en el Reino de Dios, la realidad es bastante diferente. Nos encontramos con bienes escasos, llamados también bienes económicos.
Aparte de nuestra experiencia diaria, la lógica de la acción nos lleva a deducir que los medios han de ser forzosamente escasos, puesto que si no lo fueran, no serían tenidos en cuenta a la hora de actuar. Es decir, allí donde no hay escasez no hay acción humana. Toda acción humana presupone la escasez.
Decía Mises que la acción tiende al estado de reposo pero que nunca lo alcanza. En este estado se habría suprimido todo malestar, lo cual significaría la supresión de toda actividad. Los intercambios entre personas se detendrían porque nadie creería posible mejorar su situación mediante otra actuación. Se trataría de una situación en la que los medios no serían escasos, por lo que estarían plenas todas nuestras necesidades y no necesitaríamos llevar a cabo ulteriores acciones.
Sin embargo, los medios son, por definición, insuficientes para la satisfacción de todas nuestras necesidades. A este tipo de bienes que el actor cree subjetivamente que son necesarios para alcanzar algún fin los hemos denominado anteriormente bienes económicos. Constituyen el fundamento de la acción y únicamente de ellos se ocupa la economía.
La mayoría de los errores en los campos de la economía y la política provienen de no entender el problema fundamental de la economía y de la existencia humana: la escasez.
Es habitual ver a la clase política, a los medios de comunicación e incluso catedráticos de economía, apoyar mensajes y teorías intervencionistas que prometen eliminar la escasez de algún recurso de forma mágica o en base a buenas intenciones. Son comunes los eslóganes del tipo "haremos que todo el mundo tenga una vivienda" o "sanidad gratis para todos".
Sin embargo, las continuas regulaciones e intervenciones en los mercados y las inseguridades jurídicas que desembocan en pobreza y crisis económicas son fruto de no entender qué es la escasez y de qué manera debemos luchar contra ella.
Con respecto a la escasez podríamos decir, como diría Goethe, que todos la viven pero nadie la entiende. Y es que si hay algo cierto, además de la muerte y los impuestos, es que vivimos en un mundo de recursos escasos. Estamos rodeados de escasez de bienes, tiempo y energía. Este problema se ha presentado en todas las etapas de la humanidad sin excepción.
¿Qué significa que un bien sea escaso? Que no podemos disponer de una cantidad ilimitada de aquello que consideramos útil.
Ciertamente, no estaría mal vivir en el Jardín de Edén. Colocados allí como Adán y Eva, contemplando el árbol de la ciencia del bien y del mal y el árbol de la vida. Recién creados por Dios, que nos entregaría todo aquello que necesitásemos para tener gozo, placer y armonía. De este modo no nos faltaría de nada. Todos los bienes serían superabundantes. Serían bienes libres, porque están disponibles en tal abundancia que no es preciso administrarlos.
Pero hasta que el tiempo se haya cumplido y estemos en el Reino de Dios, la realidad es bastante diferente. Nos encontramos con bienes escasos, llamados también bienes económicos.
Aparte de nuestra experiencia diaria, la lógica de la acción nos lleva a deducir que los medios han de ser forzosamente escasos, puesto que si no lo fueran, no serían tenidos en cuenta a la hora de actuar. Es decir, allí donde no hay escasez no hay acción humana. Toda acción humana presupone la escasez.
Decía Mises que la acción tiende al estado de reposo pero que nunca lo alcanza. En este estado se habría suprimido todo malestar, lo cual significaría la supresión de toda actividad. Los intercambios entre personas se detendrían porque nadie creería posible mejorar su situación mediante otra actuación. Se trataría de una situación en la que los medios no serían escasos, por lo que estarían plenas todas nuestras necesidades y no necesitaríamos llevar a cabo ulteriores acciones.
Sin embargo, los medios son, por definición, insuficientes para la satisfacción de todas nuestras necesidades. A este tipo de bienes que el actor cree subjetivamente que son necesarios para alcanzar algún fin los hemos denominado anteriormente bienes económicos. Constituyen el fundamento de la acción y únicamente de ellos se ocupa la economía.
- 23 de julio, 2015
- 19 de diciembre, 2024
- 29 de febrero, 2016
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