Guatemala: Y yo, ¿qué puedo hacer?
La inmerecida muerte de Facundo Cabral es la gota que derramó el vaso. Coronó una semana de violencia, secuestros e incertidumbre política. Los ciudadanos enviamos mensajes con tono de “hasta aquí” en las redes sociales y periódicos. Sin embargo, el rebalse de nuestra tolerancia se estrella con la pregunta: “¿Qué puedo hacer yo?”. Las distintas acciones de repudio a la violencia se pueden clasificar en cuatro rubros distinguibles.
Tener cuidado: en este clima de inseguridad, es lógico poner todos los medios a nuestra disposición para proteger nuestras vidas y las de nuestros familiares. Andar como paranoicos por la calle, sospechando de los demás, y contratar seguridad en los vecindarios son dos medidas de este tipo. Arma muy poderosa es la oración privada y comunitaria, pues depositar nuestros miedos frente al Señor calma los nervios. Participar en cadenas de oración y servicios religiosos por la paz nos hace sentir más seguros. Sabernos parte de una mayoría de personas de buena voluntad es psicológicamente importante, pues mitiga esa desgastante impresión de que el mal se cierne sobre nosotros. Además, tenemos la impresión de que estamos siendo constructivos y útiles, pues rezar es lo mejor que podemos hacer.
Vociferar: comunicamos nuestro rechazo a la violencia cuando intervenimos en programas radiales, escribimos cartas del lector, publicamos exhortaciones en nuestras páginas de Facebook, pintamos cuadros de protesta y más. Estos actos constituyen una catarsis.
Manifestar: Damos un paso más cuando participamos en manifestaciones públicas. Asistir a un concierto en honor de Facundo Cabral, marchar con veladoras o vestirnos de luto riguroso, son actos propios de un grupo de interés. Adoptamos estos medios pacíficos para presionar a los gobernantes de turno para que tomen medidas tendientes a reducir la criminalidad. Funciona en la medida que el político ve en cada manifestante un voto de rechazo o aprobación; por eso son más efectivos los grupos grandes y bien organizados.
Apoyar iniciativas pro seguridad: en el fondo, sabemos que ni manifestar ni vociferar hará la diferencia. La incompetencia de las autoridades es sólo parte del problema; ciertas regulaciones vigentes impiden una mejor administración del sistema de justicia. Hay que cambiar las reglas del juego para reducir las probabilidades de que se corrompan nuestros policías y jueces, para que las víctimas del crimen estén anuentes a recurrir a las cortes, para lograr castigos prontos y certeros, y más. Se circulan varias propuestas de reforma constitucional que privilegian cambios importantes en el Organismo Judicial. La justicia es uno de los principios que inspiró la enmienda parcial de la Constitución promovida por la Asociación ProReforma: 72,999 ciudadanos y yo creemos que debería aprobarse. Debemos empaparnos de esta y otras propuestas, compararlas, darlas a conocer y ejercer presión sobre las autoridades competentes a fin de lograr los cambios necesarios.
Así como estamos, no podemos seguir.
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