Europa necesita una lección de manejo del estrés
The Wall Street Journal Americas
Los legisladores europeos esperaban que los resultados de las pruebas de solvencia de esta semana supusieran un punto de inflexión en la crisis financiera del Viejo Continente. Ya no parece haber muchas probabilidades de eso.
Pese a los esfuerzos por mejorar la credibilidad de las pruebas de solvencia del año pasado, que dijeron que los bancos de Irlanda estaban perfectamente pocos meses antes de la quiebra del sector, las pruebas de este año no harán nada para mejorar el principal problema al que se enfrentan los bancos: el acceso a la financiación. En este sentido, están a merced de la crisis de deuda soberana.
La posición de capital de los bancos europeos ha mejorado considerablemente desde las últimas pruebas de solvencia. Pese a la ausencia de bancos que hubieran suspendido las pruebas de solvencia, el sector ha recaudado en conjunto 67.000 millones de euros (US$94.000 millones), incluyendo 46.000 millones de euros este año. De los 22 bancos que se sometieron a las pruebas el año pasado, 19 han ampliado capital desde entonces, según Morgan Stanley. Los únicos en no haberlo hecho todavía son UniCredit, Erste Bank y Raiffeissen. Además, los bancos se han beneficiado de otro año de beneficios.
No es probable que las pruebas de solvencia de este año provoquen una sustancial recapitalización del sector. El mercado prevé que hasta 15 bancos más pequeños podrían suspender las pruebas, de un total de 91. Si cabe, los macroescenarios para estas pruebas parecen aún más benignos que el año pasado. El ratio core Tier 1 del 5% de referencia es inferior al nuevo mínimo de Basilea. Y, de nuevo, las pruebas de solvencia no exigirán a los bancos que asuman pérdidas por bonos soberanos que tengan en sus cuentas, el riesgo que más teme el mercado.
Pero de alguna manera, el debate sobre el capital es una pista falsa. Lo que realmente mueve las acciones bancarias en los países periféricos siguen siendo los diferenciales de la deuda soberana, que representan el 80% del comportamiento de las acciones, según Morgan Stanley. El incremento de los diferenciales afecta directamente a los costes de financiación de los bancos, tanto al incrementar los costes de financiación mayoristas como al aumentar la competencia por los depósitos. Y lo que es peor, cuando los gobiernos no logran acceder a los mercados, sus bancos tampoco pueden, por muy bien capitalizados que estén.
Los elevados costes de financiación de los bancos crean bucles negativos que retroalimentan a la economía real dado que los bancos suelen trasladar estos costes a los prestamistas o reducen sus balances, dejando a la economía sedienta de créditos. Esto, a su vez, provoca más pérdidas, crecimiento más lento y ejerce más presión sobre el país. Esto es lo que está pasando ahora en los países periféricos europeos.
Y no es probable que este problema vaya a desaparecer. Los bancos europeos tienen que reunir una suma de 1,7 billones de euros (millones de millones) en los próximos tres años, calcula Morgan Stanley.
Hasta que los legisladores europeos no encuentren una solución integral a la crisis de deuda soberana que relaje las presiones sobre la financiación, sus bancos seguirán presionados.
- 23 de enero, 2009
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