Eclipse de Chávez deja tendal de desamparados
Hugo Chávez otra vez en La Habana, de regreso en la «casa del padre» (Fidel). Pero su intención de dejar la otra casa (Miraflores) en orden, con la delegación bicéfala del mando en el vicepresidente, Elías Jaua, y en el ministro de Planificación, Jorge Giordani, no asegura ni paz ni lealtad en los otros millones de casas venezolanas, las de los pobres de los «barrios», que desde hace doce años son el sustento político-electoral del comandante.
«Sin Chávez presente se perdió la legitimidad política del chavismo», dice a Ámbito Financiero desde Caracas Jesús Torrealba, sociólogo y periodista y, por sobre todo, conocedor de la realidad diaria de los «barrios» (villas miseria) caraqueños.
«En este momento, las bases chavistas, las de la gente, no las del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), reclaman hablar, ver, sentir cerca a su presidente y no quieren saber nada con la estructura, con los otros políticos, sobre quienes sienten que los han engañado», agrega Torrealba. La sensación de muchos venezolanos es de desamparo, de orfandad. «Durante toda una década, Chávez se dedicó a construir una base electoral sustentada en la lealtad hacia él y en el denuesto y la defenestración de cualquier otro político o ministro que pudiera llegar a hacerle sombra», añade ante la pregunta de este diario. «Todo depende de Chávez, y sin él no basta con la legalidad de un endoso a Jaua y Giordani: el pueblo no se siente expresado en ellos», explica.
Sin embargo, las encuestas difundidas por el Gobierno buscan dar otro matiz a esa sensación de vacío y desamparo. Como la de la recientemente publicada por GIS XXI, dirigida por Jesse Chacón (un exministro de Chávez), que reveló que «la mayoría del país (56%) cree que el presidente debería alejarse del poder mientras se recupera. Una preparación, mediática, para la vuelta a la clínica de La Habana, donde el comandante continúa su tratamiento contra ese cáncer de diagnóstico y ubicación misteriosa».
Otra encuesta, del Instituto Venezolano de Análisis de Datos (IVAD), dada a conocer a principios de este mes, sostiene que el 59% de los venezolanos no está de acuerdo con que Chávez gobierne desde Cuba. El desglose de los encuestados indica el recorte del sustento político con que cuenta el presidente actualmente: el 35% se define como chavista, el 36,5% como no chavista y 25,3% como ninguno de los anteriores. Dice el analista Torrealba sobre la oposición: «Además de no reaccionar como alternativa ante la incertidumbre, la oposición no tiene conexión ni con los sectores desamparados, ni se mueve en los espacios físicos y las coordenadas culturales del chavismo».
¿Puede el PSUV, como «orga» política, armarse para una transición o una era post-Chávez? «No por ahora», es la respuesta del sociólogo y periodista, que a diario conduce su programa radial «El radar de los barrios» desde lo alto de algunos de los cerros en los que se amontonan los caseríos pobrísimos de Caracas.
«Desde hace una década que la política de Chávez es como una miniserie para adolescentes, en la que no importa la trama, menos aún la actuación, sino sólo la manipulación de las emociones», agrega. «Sin Chávez en el liderazgo, sin ese paraguas emocional que él maneja para tapar y disfrazar la realidad, ahora todo queda al desnudo», dice. «Por eso se ha potenciado la inseguridad, fortalecido el hampa, han recrudecido los asesinatos colectivos durante el fin de semana en los barrios».
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