Paraguay: Como una mosca en la telaraña (I)
Profesor, “cómo concibe el gobierno después de Stroessner?”, fue mi pregunta al Dr. Juan Ramón Chávez durante un encuentro casual en una librería. “Je je… Como una mosca en la telaraña, mi hijo”, fue la respuesta.
Entonces, era el año 1976, me impresionaron dos cosas: 1. La rapidez de la respuesta; era como si la hubiera meditado toda la vida y 2. Un rictus, una mueca en la boca, que no se me olvidará jamás y que hasta hoy no tengo la seguridad si fue cinismo o angustia, pero las tenía claras. Es posible que un gran porcentaje de compatriotas, inclusive afiliados al Partido Colorado, no sepan que el Dr. Chávez fue por muchos años el presidente de la Junta de Gobierno de la ANR durante la pasada dictadura.
Hoy me impresiona la presión de su pronóstico y la exactitud de la metáfora. La llamada transición democrática, supuestamente iniciada con la caída de Alfredo Stroessner, no logró cortar los hilos de la trama que no solo atrapa a los Gobiernos, sino que a la nación entera. Una trampa que, como todas ellas, nos inmoviliza mientras muchas naciones avanzan generando un rezago cada vez mayor con relación a otros países del planeta.
Estamos mareados con el crecimiento económico, pero parece que no somos conscientes de que avanzamos casi nada para enfrentar eficazmente a la pobreza y al temor que genera la inseguridad que sufren los que mejor se benefician con ese crecimiento. No hay bienestar, sino que angustia, como siempre, entre los pobres y tampoco hay bienestar, sino que angustia, entre los que más tienen por el temor que genera un Estado que no funciona.
Somos como una mosca que se agita histéricamente para zafar de la trampa, pero que sin ideas claras, sin rumbo ni estrategias, lo único que hacemos es alertar a los depredadores para que pasen del acecho a la captura definitiva.
La telaraña le sirvió a Stroessner y también a los que creen que un régimen como ese es la salida, pero también le sirve a la izquierda radical, a la violenta, a la que repudia nuestra democracia y plantea la lucha de clases como la única herramienta válida para la transformación que ellos pretenden.
Esta última, nos guste o no, está en el Gobierno. No encuentran la forma y la oportunidad para capturarnos definitivamente, pero están ahí explorando todos los caminos.
Por mediocridad, error o conveniencia el PLRA no solo fue incapaz de orientar al país fuera de la telaraña, sino que contribuye decididamente a tejer nuevos hilos y a fortalecer los existentes haciéndose eco y apuntalando todas las demandas, ilegales o antiéticas de los Gobiernos, el anterior y el actual, que les desprecia.
No es más que una estupidez el reclamo de respeto por parte de quien no se respeta a sí mismo.
La telaraña y la enmienda constitucional
La izquierda radical no tiene opciones: es Fernando Lugo, sea por la vía electoral o la violencia. Fernando Lugo, por falta de relevos y como administrador de cargos y dinero público, es insustituible para liderar un proceso electoral así como es insustituible para administrar la violencia al tener ya pleno control de las FF.AA. y de la Policía, más sus vínculos estrechísimos, personales, con el EPP y las supuestas organizaciones “sociales”, aquellas capaces de generar violencia, pero que en realidad son instrumentos políticos.
Desgraciadamente, parecería que por el primer motivo expuesto, cargo y dinero público, ciertos sectores del PLRA están dispuestos a seguir traicionando su tradición, su historia, sus valores y su ideología.
Esos sectores que acompañaron con entusiasmo el inconstitucional esfuerzo de permitir la reelección del Presidente de la República por vía de la enmienda son los mismos que apoyan el inconstitucional juramento de Nicanor Duarte Frutos, y son los mismos que plantean la inconstitucional vía de la enmienda para eliminar la senaduría vitalicia.
Esta historia, la actual, de construcción de una dictadura bolivariana no empezó en el Paraguay con Fernando Lugo; empezó con Nicanor Duarte Frutos. Sin embargo, increíblemente, todos los planteamientos jurídico-políticos están orientados a darle viabilidad a ambos.
El hilo más fuerte, el neurálgico, el que advierte al depredador y el que más sólidamente atrapa a la víctima en la telaraña de las autocracias, es el ignorar las leyes interpretándolas sin contemplar sus finalidades y propósitos. Cuando la Constitución de un país es manipulada para dar satisfacción al que manda y no para ponerle límites al que ejerce el poder, la mosca está perdida.
Víctor Ríos estuvo en todas las maniobritas pro Lugo, es diputado por el departamento de Ñeembucú y es principal vocero del Movimiento de Efraín Alegre. Ahora, aspira a ser ministro de Educación, presenta y promueve la enmienda de la Constitución para eliminar la figura del senador vitalicio. Su intención es que Nicanor Duarte Frutos –los demás ex presidentes están inactivos– y Fernando Lugo puedan ser senadores activos y eventualmente puedan entrar en la línea de sucesión para de vuelta volver a presidir el Poder Ejecutivo.
Es impostergable que se comprenda esta realidad. A los que nos importa el futuro de nuestros hijos y nos interesa nuestro país nos corresponde la tarea de detener a los que por un ministerio o un cargo electivo están dispuestos a tejer más tela de araña y a engordar a los depredadores que están al acecho. Esta es una responsabilidad indelegable.
Próxima entrega: El Estado al servicio del Gobierno
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