Primer año del gobierno Santos

Este fin de semana tenemos un buen ejercicio que hacer los colombianos, y es repasar y tratar de evaluar los 365 días que han transcurrido desde el momento en que Juan Manuel Santos asumió la Presidencia de la República de Colombia en sustitución de Alvaro Uribe Vélez. La tarea está puesta, así que lápiz, papel y memoria.

A una primera pregunta sobre el cambio de líder en el Palacio de Nariño, habría que decir que ha habido un cambio radical en el manejo de la imagen pública del primer mandatario, en el estilo y la manera diplomática de enfrentar especialmente las tensas relaciones con sus vecinos Venezuela y Ecuador. No se puede olvidar la famosa frase “mi nuevo mejor amigo” con la cual endulzó las tensas relaciones con Hugo Chávez, uno de sus más acerbos “enemigos” quien calificaba constantemente a Santos con vulgares epítetos. Recordemos que lo llamaba el guerrerista del gabinete colombiano.

Como decimos los colombianos, lo puso a comer en la misma paila. Algo semejante sucedió con el presidente de Ecuador Rafael Correa, otro que también cambió la mala cara hacia Colombia, por una forzada sonrisa que por más que trate, no le cuadra. Pero de todas maneras después de un año, son Chávez y Correa “sus mejores amigos”. Quien sabe que ocurra ahora con el supuesto o verdadero cáncer del rapado coronel y su atolondrado afán de quedarse por siempre en la presidencia de su país. Y con las nuevas denuncias de que la guerrilla de las FARC continúa en territorio venezolano.

El talante de Santos, su característico comportamiento de alta sociedad, su dominio del escenario político, lo mantiene en un buen porcentaje de aceptación. Vencidos sus problemas de dicción y hablando de corrido, Juanma –como le dicen sus amigos y corifeos-, se ha vuelto un expositor que llega con más credibilidad que antes a la opinión publica. Ha tenido una gran piedra, una roca mas bien en su camino, y es la permanente presencia en los foros públicos del ex-presidente Alvaro Uribe, su antiguo jefe y ese sí, su mejor amigo, sin comillas. Hay muchos que hacen magia para enfrentarlos, para que rompan la amistad, pero Santos siempre reconoce las cualidades de su mentor, lo respeta y guarda una profunda gratitud por las oportunidades que le brindó. Tantas como haberle abierto el camino a la Presidencia. Nada menos.

Ha tenido que lidiar, con mucha dificultad y sin buen suceso, con el resurgimiento de la guerrilla, que ido Uribe como que perdió el temor que la mantuvo escondida en el monte y otra vez ha salido con ímpetu a asesinar inocentes, a atacar pueblos, a destruir riqueza nacional, a secuestrar, a poner en jaque a las fuerzas militares y de policía. El balance en este terreno es bien desfavorable para el mandatario y las perspectivas de cambio no son para nada optimistas, desafortunadamente. Igual cosa pudiéramos decir del narcotráfico, mal nacional que trasciende fronteras y que ahora mediante alianzas de narcos colombianos con las mafias de México, amenaza con profundizar mas el problema.

La lucha contra la corrupción le da buenos réditos a Santos. Pero no hay que olvidar que se trata de investigaciones que comenzaron en la administración anterior. No se pueden sumar a ella, como quieren los enemigos de Uribe. Es que el nuevo gobierno llegó en el momento preciso para que la justicia actuara.

En este rápido análisis del primer año de gobierno, hay que destacar la disminución del desempleo, que en poco tiempo podría quedar en un solo dígito. Y en el campo económico, excelentes resultados, tantos que se ha calculado en un 5% el ritmo de desarrollo, demostración inequívoca de políticas productivas que permiten una optimista proyección futura. Pasa pues el examen en gran parte el Presidente Santos pero subisten dificultades, entre ellas el reto de la reaparición de la guerrilla y la seguridad pública. ¿Qué calificación le daría usted, de uno a diez?