Iglesias cristianas desafían el régimen chino
The Wall Street Journal Americas
Un domingo reciente en la iglesia Zion, el pastor Jin Mingri planteó una visión para los cristianos en China que difiere mucho de la del gobernante Partido Comunista sobre la religión en general.
"Dejen que sus descendientes se conviertan en grandes políticos como José y Daniel", instó Jin, refiriéndose a las figuras del Antiguo Testamento que se sobrepusieron a desafíos para transformarse en líderes políticos. "Dejen que influyan en el futuro de este país", agregó el pastor en una de sus numerosas prédicas a su iglesia de 800 miembros.
Jin pertenece a un creciente grupo de líderes protestantes que están desafiando el férreo control del gobierno chino sobre la religión, en una lucha cuesta arriba que pasa en gran medida desapercibida para el mundo exterior. Por primera vez, las iglesias ilegales chinas, que se calcula que tienen decenas de millones de integrantes, están realizando un esfuerzo unificado y cada vez más organizado para obtener el reconocimiento legal.
El gobierno, temiendo que la fe en Dios pueda socavar la fe en el partido, está redoblando sus esfuerzos en contra de las iglesias y las redes que las unen.
La lucha se está transformando en el más tenso enfrentamiento vinculado a la libertad de credo en China desde la brutal represión de los adeptos a la disciplina Falun Gong en 1999, luego de que hicieran pedidos similares de aceptación oficial, dicen expertos.
En abril, las autoridades desalojaron a la Iglesia Shouwang, una de las más populares congregaciones clandestinas de Beijing con alrededor de 1.000 miembros, del local que alquilaba. En respuesta, 17 líderes de iglesias ilegales de todo China realizaron su primer pedido al gobierno —un acto de desafío sin precedentes— buscando una reforma de las leyes del país que regulan la religión. La policía también ha detenido a otros líderes de iglesias, incluyendo a un popular pastor de Jiangsu en julio, quien fue condenado a dos años en un campo de trabajo forzado por organizar reuniones religiosas prohibidas.
"La situación se está saliendo de control", dijo Yang Fengang, director del Centro para la Religión y Sociedad China de la Universidad de Purdue.
Más de una década después de la represión de Falun Gong, lo que está en juego ahora es más importante: una campaña oficial a gran escala en contra de las iglesias cristianas clandestinas podría suponer riesgos no sólo para la resistencia local sino también dañar la posición internacional del gobierno y generar la condena por parte de cristianos de todo el mundo.
En mayo, la Comisión sobre Libertad Religiosa Internacional de Estados Unidos, que depende del gobierno, emitió un informe en el que criticó "el incremento de los esfuerzos de China para destruir iglesias y cerrar puntos de reunión 'ilegales'" de grupos protestantes.
A diferencia de lo que pasó con Falun Gong, que fue suprimido luego de que decenas de miles de sus miembros fueron arrestados y desaparecieron a partir de 1999, el movimiento protestante actual puede resultar más difícil de eliminar. Una amplia red nacional de iglesias clandestinas dispersas por todo el país parece que llegó para quedarse. Apenas Shouwang fue cerrada, por ejemplo, Zion ganó prominencia y Jin se volvió más abierto en sus pronunciamientos. Otros pastores esperan su turno.
Gracias a un poco conocido grupo de seminarios, cada día nacen nuevos líderes religiosos. Solamente en Beijing, alrededor de 20 seminarios 'ilegales', están formando a cientos de estudiantes en cursos que duran dos o tres años, dijo Jin, quien ayuda a organizar las escuelas. Luego de que los estudiantes se gradúan, muchos fundan sus propias iglesias, lo que extiende la red de grupos protestantes clandestinos.
Las tensiones no necesariamente llevarán a un enfrentamiento directo si ambas partes hacen concesiones. El Partido Comunista, que enfrenta una serie de otros problemas sociales urgentes y una transición de liderazgo en el próximo año, podría optar por ignorar por ahora el enfrentamiento.
El gobierno también debe considerar el precedente que crearía si llega a un entendimiento con los protestantes. La preocupación es: "¿qué pasa si los musulmanes u otras organizaciones religiosas piden el mismo tipo de excepción a la normativa vigente?", preguntó Lian Xi, un experto en la historia del cristianismo en China en el Hanover College, en EE.UU. "Es como abrir una represa", dijo.
La Oficina Estatal para Asuntos Religiosos y el Ministerio de Relaciones Exteriores, declinaron declarar para este artículo. La Oficina de Información del Consejo de Estado y la Asamblea Popular Nacional no respondieron a las solicitudes de comentarios.
El punto de vista del gobierno quedó reflejado en un editorial publicado en abril por Global Times, un diario del Estado, luego del cierre de Shouwang. "Una iglesia no debería transformarse en un poder que puede promover cambios radicales. De lo contrario, la iglesia estaría involucrada no en la religión sino en la política, que es algo que no está permitido a una iglesia", decía el editorial.
La tensión con respecto al Cristianismo existe desde hace mucho en China. Hay evidencia de que ya hacia el siglo VII había cultos cristianos allí. Luego de que los comunistas de Mao Zedong tomaran el poder en 1949, el gobierno reconoció cinco religiones: Protestantismo, Catolicismo, Taoísmo, Budismo y el Islam. Pero limitó mucho el culto, destruyó iglesias e hizo que misioneros extranjeros se exiliaran. Durante la Revolución Cultural, que comenzó en 1966, la religión fue prohibida. El culto solamente se autorizó en iglesias conducidas por organismos del gobierno.
La actual ofensiva gubernamental se concentra en los protestantes debido a su rápido crecimiento, el aumento de su organización y de su actitud desafiante, dicen los expertos. Los datos del gobierno indican que en 2010 había en China alrededor de 23 millones de protestantes. Pero algunos académicos creen que su número oscila entre 30 y 60 millones. En comparación, el oficialmente ateo Partido Comunista dice tener 80 millones de integrantes.
En enero, la oficina gubernamental para Asuntos Religiosos estableció sus objetivos para este año y declaró que el gobierno debe conducir "a aquellos creyentes que concurren a lugares establecidos en privado a actividades registradas y abiertas".
Luego de que la policía cerrara la iglesia de Shouwang, sus feligreses trataron de realizar servicios al aire libre cada domingo, pero fueron dispersados por la policía. Algunos fueron confinados a sus casas en tanto que otros fueron expulsados a sus localidades de origen en las provincias.
"La religión y la política están estrechamente ligadas. Llevamos nuestra petición (pidiendo más libertad religiosa) a la Asamblea Popular Nacional, no como personas que nos identificamos como cristianos, sino como ciudadanos que pedimos nuestros derechos. Por supuesto, esto es una acción política", dice Jin. Aún no obtienen una respuesta.
Hasta ahora, Jin puede seguir predicando, aunque es visitado por agentes de seguridad. El pastor asegura que no tiene planes de dejar de hacerlo.
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