Chile y sus “indignados”
La Democracia transita por caminos llenos de obstáculos.
Y quien mejor puede saber que Chile, la nación que se jactaba de poseer una de las democracias más antiguas y estables de la región, hasta el golpe del 11 de septiembre de 1973.
Recuperada la democracia, luego del plebiscito del 5 de octubre de 1988, al año siguiente se llevan a cabo elecciones libres, presidencial y parlamentaria, donde fue electo como Presidente Patricio Aylwin, iniciándose el período de la historia de Chile conocida como "la transición a la democracia".
La Constitución de 1980 mantuvo el sistema de elección popular directa, incorporando el mecanismo de la segunda vuelta o balotaje.
Esto consiste en que en el caso que ningún candidato obtenga la mayoría absoluta de los votos emitidos, se procede a una segunda vuelta 30 días después de la primera, en la que se enfrentan los dos candidatos con mayor número de votos.
De ese modo fueron elegidos Ricardo Lagos, quien se enfrentó con Joaquín Lavín en la segunda ronda del 2000. Luego fue Michelle Bachelet, frente a Sebastián Piñera en el 2006 y Sebastián Piñera, frente a Eduardo Frei en la segunda ronda del 2010.
El triunfo de Piñera sigue doliendo en el lado de los gobiernos autocráticos de la región, porque no lograron que en esas elecciones presidenciales ganara en la primera vuelta el candidato de sus preferencias, Marco Enríquez-Ominami.
El que Chile no sea una nación comunista es una dolorosa espina, incrustada en el ego y las ambiciones de Hugo Chávez y los Hermanos Castro.
Últimamente las calles del centro de Santiago han sido escenario de marchas estudiantiles, en campañas que van desde el derecho de los mapuches, exigencias en protección del medio ambiente, igualdad de la ley ante los sexos y cambios en el sector de la educación.
Este año se ha realizado por lo menos una marcha cada semana.
Se comenta que con esta actitud de los estudiantes, Chile ya tiene sus propios “indignados”.
Nadie recuerda que Piñera solucionó gran parte del conflicto de los mapuches, que se prolongaba por centurias y que ningún gobierno de la Concertación tomó en cuenta.
Reconozco que las demandas del estudiantado en su mayoría son por causas legítimas, con las que se quiere cambiar el actual sistema.
Sus pedidos son razonables, pero resulta que no aceptan los puntos para entrar de lleno en las negociaciones. Esto se debe a que muchos jóvenes son manipulados por los políticos de izquierda, que como es de esperar, quieren "a río revuelto" ganar puntos en sus agendas.
Estudié en la Universidad de Chile mi carrera de Periodista y sé muy bien cómo se recluta a la gente entre la juventud, siempre entusiasta y con ideales de cambiar el mundo.
Fui una de las que cándidamente, coreaba lemas a favor de Fidel Castro en concentraciones, donde el fondo era la música de Silvio Rodríguez.
Pero abrí los ojos en los mismos claustros universitarios cuando me di cuenta del engaño del líder cubano para con su pueblo.
Más tarde, en Venezuela, cubrí por Radio Caracas Televisión y el Diario El Nacional las manifestaciones en la Universidad Central de Venezuela, donde se podía ver a las claras la marcada influencia del gobierno de La Habana, en los movimientos estudiantiles.
También entrevisté al guerrillero Douglas Bravo, quien me declaró orgulloso que "las armas las enviaba Fidel".
El espacio es corto para contar tanto.
Pero no me cabe duda que una parte del movimiento estudiantil chileno está "captado" en estos momentos por la izquierda, para que causar caos.
Como punto anecdótico quiero destacar que en este tema de las revueltas estudiantiles chilenas, hubo una rápida reacción por parte de la Organización de los Estados Americanos:
La OEA, a través de su Comisión Interamericana de Derechos Humanos, acusó que "las fuerzas de seguridad chilenas, utilizaron personal a pie, a caballo y en vehículos, que habrían golpeado a los manifestantes".
No estoy negando que las autoridades chilenas actuaron en forma violenta y lo censuro. Lo que quiero enfatizar es otra cosa.
La OEA, ese organismo inter-regional creado para defender la democracia de los pueblos, cuyo Secretario General es el chileno José Miguel Insulza, no se ha preocupado de las atrocidades que ocurren a diario en Cuba, Venezuela y otros países de la órbita Caracas-La Habana.
Hizo caso omiso a la crisis de Honduras y cuando llegó a actuar, lo hizo en forma tardía y errada.
Todo esto tiene un nombre: hipocresía.
No estoy negando que Piñera no haya cometido errores e incumplido promesas.
Hoy muchos que lo apoyaron en su triunfo del 2009 y hoy dudan sobre su capacidad de resistir el convertirse en un mandatario populista.
El tiempo dirá que rumbo tomará su administración, en los 3 años que le quedan en el palacio de la Moneda.
Sin embargo, se sabe que al final de su mandato pasará el poder a manos de otro presidente, elegido democráticamente.
La Constitución chilena, con las reformas del 2005, estipula que el mandato presidencial es de 4 años, sin posibilidad de reelección inmediata.
Eso libra a Chile de las dictaduras, hasta que no gane un candidato comunista, que sabemos por experiencia, que una vez llegado al sillón presidencial cambia las leyes para perpetuarse en el poder.
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