Paraguay: ¿Y si privatizamos el Presupuesto?
Leí una vez en la revista Condorito que este simpático personaje, oficiando de secretario de una municipalidad, entra en el despacho de su jefe para decirle:
– Señor intendente, tengo una buena noticia, ya no va a haber corrupción en nuestra municipalidad.
– ¡Qué bueno! ¿Se acabaron los corruptos?, le pregunta el intendente.
– No, señor. Se acabó nuestro presupuesto, le respondió Condorito.
Ahora que estamos en plena época de preparación del Presupuesto para el 2012 y comienzan las presiones de los diferentes sectores para tener alguna nueva teta del Estado para mamar o para aumentar el tamaño de la que ya tienen, me pasé pensando en el tema y a la noche soñé que en nuestro país se llegaba a privatizar el Presupuesto nacional. Importantes empresas privadas se hicieron cargo de voluminosos paquetes de nuestro Presupuesto, tras reñidas licitaciones, y comenzaron a ejecutarlos con gran éxito. Yo no cabía de gozo en mi sueño, ya que la corrupción, si bien no desapareció, se redujo al mínimo. Se puso fin al despilfarro de dinero público, a los recomendados, a los “planilleros” y a otras prácticas tan nocivas en nuestro país.
Vi, por ejemplo, a Calé salir de una conocida empresa privada con una voluminosa carpeta bajo al brazo, bufando su ira con estentórea voz. “Es una calamidad, ahora ya no podemos darle sueldos ni a nuestros jugadores de fútbol”, protestó. Lo cual me hizo recordar a aquel presidente de seccional de una localidad del Ñeembucú, que a poco de la caída de Stroessner se quejaba porque “ahora ya no podemos nombrar ni a una directora”.
Vi salir de otra empresa al ex presidente del Senado Óscar González Daher, con la decepción pintada en el rostro, porque su carpeta con una lista de secretarias y de recomendados para el aeropuerto internacional le había sido rechazada sin mucho trámite. Pese a ello, el senador no perdió la compostura y, siempre circunspecto, no se le movió ni una fibra de su peluquín.
Quien, según mis sueños, no pudo esconder su enojo fue Lino Oviedo, a quien le escuché decir que, “a este paso, no voy a poder llegar a gobernar in sécula seculórum”. Tratándose de un político conocido por su apego a la igualdad entre todos los paraguayos, en su afán de ayudar a los demás por igual, en su carpeta figuraban hasta nombres de travestis y de algunas empleadas domésticas a su servicio.
Otro de los que se quejó amargamente fue el diputado Marcelino Garcete, quien en su preocupación por la falta de trabajo llegó a expresar públicamente que el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) debe ser una suerte de agencia de empleos. Según este prócer, el TSJE “cumple un rol social porque da empleo y trabajo a mucha gente”. Pese a este sesudo análisis, su carpeta con nombres de correligionarios, parientes y amigos ni siquiera fue aceptada en mesa de entrada.
Los Franco, Federico y Yoyito, tampoco quedaron atrás e intentaron ubicar a una nueva larga lista de familiares, sin éxito alguno ante la insensibilidad de los representantes del “capitalismo salvaje”. El mismísimo presidente Lugo rebotó con su lista, que incluía a hermanos, sobrinos y supuestos yernos. “Mis parientes también tienen derecho a trabajar”, protestó el Mandatario.
Vi también llegar a las oficinas de los que manejan el Presupuesto a algunos conocidos dirigentes campesinos como Elvio Benítez, José Rodríguez, Eulalio López, pidiendo subsidios o créditos blandos. En vez de regalos de dinero se les ofreció proyectos productivos para progresar, lo cual no fue del agrado de estos líderes. “¿Querer hacer trabajar a esta pobre gente? ¡Un abuso! Hay que repartirles dinero”, se le escuchó decir a uno de ellos.
Yo estaba tan feliz porque el país progresaba aceleradamente. Sobraba dinero para hospitales, escuelas e infraestructuras viales. Inclusive, decenas de miles de planilleros de la administración pública decidieron abandonar su cómoda situación por los atractivos salarios que se pagaban en la esfera privada.
Pero este hermoso sueño se transformó en pesadilla porque el proyecto de privatizar el Presupuesto naufragó en el Parlamento, donde tras largas discusiones se archivó la carpeta, ya que no hubo acuerdo si la cuestión debía ser objeto de enmienda o reforma de la Constitución.
- 23 de enero, 2009
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