Elecciones en Bogotá: Una apuesta a ciegas
El Tiempo, Bogotá
De modo que la candidatura del siempre inesperado y caprichoso Antanas Mockus ha cambiado el mapa electoral de Bogotá. Ahora, gracias a él, Petro está empatado con Peñalosa en las encuestas. O está a la cabeza. ¡Linda noticia! ¿Nos damos cuenta de lo que eso significa? Me temo que no. Bogotá está en la olla. Es como una empresa en quiebra por culpa de escandalosos manejos. Necesita ante todo de un gerente que, apoyándose en su experiencia, en vez de ilusiones maneje con rigor y realismo sus candentes problemas.
Quien más se parece a ese perfil es sin remedio Enrique Peñalosa. Y quien menos, Petro. Inteligente, hábil parlamentario y sin duda honesto, no se le conocen dotes de administrador. No ha tenido experiencia alguna en el manejo de un cargo público de primer orden. Es una apuesta a ciegas. Su carrera ha ambulado siempre por los parajes de la izquierda; explosivos, cuando era dirigente clandestino del M-19 y luego más tranquilos y políticamente más rentables como parlamentario, hasta llegar a ser senador y candidato presidencial del Polo Democrático. Antes de tomar este rumbo y de abandonarlo, Petro fue amigo y asistente de Chávez, lo que tampoco es una referencia tranquilizadora, pues ello sólo lo pinta como aliado del ruinoso populismo asistencial del líder venezolano. Con este bagaje en su hoja de vida, no parece Petro el mejor candidato para una ciudad en estado de emergencia.
Bueno, más de un 70 por ciento de los electores piensa lo mismo. Pero están dispersos en un amplio abanico de candidatos. Tres de ellos son figuras nuevas y valiosas. Me refiero a Gina Parody, a David Luna y a Carlos Fernando Galán. Gina lo sorprende a uno cuando habla de sus programas. Son concretos, no están envueltos en el humo de las promesas. Designa con sus nombres las bandas de delincuentes de cada barrio. No tiene partido, lo que la pone a salvo de las cuotas burocráticas del clientelismo. También es digno de crédito David Luna, sin duda un buen candidato. Conoce de tiempo atrás la ciudad y sus problemas. Y Galán, ajeno como su padre al clientelismo, resulta confiable cuando expone sus planes para combatir la corrupción. Cada uno de ellos atrae sectores del electorado que buscan cambio y renovación en el gobierno distrital. Pero ahí está lo grave: cuando no son vistos como promesas para el futuro, dividen una corriente mayoritaria en varias opciones, sustrayéndole votos a un Peñalosa y favoreciendo indirectamente a Petro.
Es este, desde luego, el daño que ocasiona ahora Mockus con una candidatura que rompe todas las esperanzas depositadas en el Partido Verde. Lo cierto es que este profesor está siempre más cerca de las estrellas que de la realidad. No bastan sus planes de cultura ciudadana para combatir la corrupción. ¿Cómo entender que haya creado un partido para luego abandonarlo bruscamente sólo porque Álvaro Uribe le haya dado su apoyo desinteresado a la candidatura de Peñalosa? ¿Escrúpulos insensatos o secreto deseo de ser él el único dueño del balón? Todo es posible con un personaje que no encontró mejor lugar para celebrar su matrimonio que el lomo de un elefante.
Como sea, en la situación en que se encuentra Bogotá necesitamos unirnos en torno a un hombre que haya mostrado como Peñalosa, además de ambiciosos proyectos, real capacidad administrativa. Esta fue la gran virtud de Jaime Castro, pero sus opciones, por tardías, parecen hoy débiles. Desde luego, sigo viendo como valiosas opciones para el futuro a Gina Parody, David Luna o Galán. ¿Sería un sueño aspirar a un consenso que los comprometiera en una gestión común para salvar a Bogotá? No podemos permitirnos más aventuras. Y el timbre de alarma lo han dejado oír los últimos sondeos.
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