Explicaciones y excusas para los desórdenes de Inglaterra
BELFAST, Irlanda del Norte – A algunos de los que fueron detenidos saqueando tiendas en Gran Bretaña la semana pasada se les preguntó por qué lo hicieron. Cuatro adolescentes le explicaron a Sky News que ellos lo consideraron como una juerga de compras (Shopping Spree). Uno de ellos culpó al gobierno: “Ellos dicen que nos van a ayudar, pero yo no lo veo. Tiene que haber más oportunidades y trabajos. Por lo menos ayúdennos y entonces quizás todo el mundo se calme.”
Este es un triunfo de la mentalidad de supuestos derechos y del estado benefactor. El Conservador Erick Pickles, miembro del Parlamento, no acepta esto: “Yo creo que ellos están tratando de justificar el ser rateros y ladrones”.
Aunque algunos de estos adolescentes saqueadores sonaban arrepentidos, los jueces se asombraron de que sólo un padre se apareció en la corte para acompañar a su hijo acusado. Una pareja dijo que estaban “muy ocupados”. ¿Ve alguien la conexión que hay entre su falta de preocupación y la conducta rebelde de sus hijos?
Mientras que los políticos se lamentan de la falta de “valores” en Inglaterra y prometen llegar al fondo del problema, algunos en los medios informativos se han hecho cargo de la responsabilidad de predicar y enseñar valores morales al público, algo que antes hacía el clero antes de empezar a aceptar los caprichos y fallos de la cultura justificando el aborto, aprobando el “matrimonio” del mismo sexo y aprobando otras agendas terrenales, como al ambientalismo.
Una columna por A.N. Wilson en el Daily Mail llevaba por título, “El Legado de una Sociedad que no Cree en Nada”.
Un editorial del diario London Daily Telegraph citaba una serie de artículos por Charles Murray escritos hace más de veinte años en los cuales el sociólogo estadounidense escribió sobre la clase baja británica. Murray identificaba el patrón tan familiar en Gran Bretaña y Estados Unidos: hogares sin padre, beneficios sociales como la principal fuente de ingresos, y ninguna esperanza de un futuro mejor.
Al igual que en los EE.UU. con sus “flash mobs” (turbas instantáneas) y toques de queda impuestos en Filadelfia y bajo consideración en Kansas City y otras ciudades, los revoltosos en Inglaterra no fueron una creación espontánea. Se desarrollaron debido a decisiones morales y relacionales tomadas hace décadas.
Señala el Telegraph: “Esto es el resultado de un gran cambio cultural que tuvo lugar en las décadas de 1960 y 1970 y la declinación a largo plazo de los valores conservadores y las instituciones que eran la base de la sociedad inglesa desde fines del Siglo Diecinueve. Este proceso se notó por el colapso de la creencia en el matrimonio, la retirada de la policía de las calles, sentencias menos fuertes para los crímenes contra la propiedad, el ascenso del relativismo moral y un abierto consumismo, la disminución del estigma como un freno al mal comportamiento y el afianzamiento de la dependencia de la ayuda gubernamental (welfare).
La BBC probó el punto sobre la disminución del estigma cuando por primera vez se refirió a los amotinados como “inconformes”. Animadores y productores de programas tuvieron que recibir instrucciones superiores para usar la palabra más estigmatizante.
Un reportaje del Daily Telegraph probó el resto. Contaba de la madre de un niño de 12 años que fue fotografiado huyendo de una tienda llevando una botella de vino robada. ¿Su perfil? Ella vive de “beneficios”, incluyendo una casa subsidiada por los contribuyentes, que quizás pierda ahora. El novio de la mujer, que está en prisión, es el padre de su hijo y de una niña de catorce años. ¿Alguna pregunta?
Durante períodos anteriores de decadencia cultural, cuando se probaron y fallaron muchas recetas políticas, legales y económicas, quedó en manos de las iglesias el recordarle al público las consecuencias para individuos y naciones que se apartan de la virtud. Hoy, las iglesias británicas a menudo no tienen poder para hacer esto. Esto se debe a que están compitiendo para ver quién puede bendecir más rápidamente la cultura.
Si las iglesias anhelan poder y aprobación desde abajo, ellos renunciarán al poder que pudieran recibir desde lo alto.
Lo que queda de un clero sólido en Gran Bretaña debería emular el “concierto de oración” en los Estados Unidos, que dio lugar al despertar de 1857 que cruzó el Atlántico y transformó a Gran Bretaña, Escocia, Irlanda y Gales. La oración, no la política, parece ser el último recurso que le queda a Gran Bretaña.
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