Los dictadores que diezmaron África
Los primeros meses del 2011 complicaron notablemente la vida de dictadores africanos que, en otro tiempo, gobernaron con mano de hierro un continente que muere de hambre y otras plagas. Muchos, dominados por el hambre de poder, cometieron atrocidades, llevaron a la bancarrota las arcas de sus naciones y hasta practicaron el canibalismo.
La mayoría perdió sus reinos por un puñado de diamantes. Otros siguen vigentes, como Muamar Kadafi, atornillado a su imaginario trono.
El primero en caer fue el presidente Zinedine Ben Ali, de Túnez. Las revueltas que acabaron con su dictadura de23 añosdestaparon que el presidente despilfarró fortunas inmensas en un estilo de vida de lujos y placeres. Su esposa compraba en las grandes tiendas de Paris y veraneaba en la Costa Azul. Su familia es acusada en Túnez de estar implicada con mafias criminales e incluso haberse llevado 1.5 toneladas de oro, según el diario Le Monde, cuando partió al exilio rumbo a Riad.
Se ganó la reputación de ser humano peligroso, imprevisible, megalómano, vengativo y violento. “Señor de las Bestias de la Tierra y los Peces del Mar, Conquistador del Imperio Británico, Mariscal de campo, Doctor, Rey de Escocia y Presidente vitalicio” fueron algunos de los títulos que se autoconcedió. También solía escribir cartas de una impertinencia demencial a la reina de Inglaterra, confesándole amor eterno: “Liz, deberías venir a Uganda si quieres conocer a un hombre de verdad”.
Jean Bedel Bokassa (República Centroafricana)
Obiang Nguema gobierna despóticamente su país desde que depuso y ejecutó a su tío, el presidente Francisco Macías, en un golpe sangriento. Fue descrito como un caníbal, y al parecer se come las partes nobles de los disidentes para obtener "poder". Un experto en asuntos africanos lo calificó no sólo de “el peor dictador de África”, sino de “un hombre cuya vida parece una parodia del género dictatorial”.
Cuando se descubrió petróleo en su país, unos US$ 700 millones fueron transferidos a cuentas secretas bajo el control personal de Obiang. Según un informe publicado el año pasado, Nguema -que visitó Argentina en 2008), quien nunca dudaba en alabar públicamente a Hitler- forma parte de uno de los peores dictadores del Planeta.
Gnassingbe Eyadema (Togo)
Creía que el era una especie de superhéroe, por lo que mandó publicar un libro de historietas protagonizada por él mismo. Todas las tiendas en Togo tenía su foto, y vendían relojes con su imagen en US$ 20. El día de su fallido intento de asesinato fue llamado "la fiesta de la victoria sobre las fuerzas del mal". Llegó a rodearse de más de 1.000 mujeres hermosas destinadas a cantar sus hazañas. Murió en 2005, y fue reemplazado por su hijo.
Su excentricidad llegó a su nivel máximo en 2009, cuando en medio de una severa crisis social, económica y sanitaria, celebró su cumpleaños 85 junto con miles de invitados a una fiesta histórica. Se estima que el menú del festejo tuvo un costo de más de US$ 250.000 e incluyó unas 2 mil botellas de champagne, 8 mil langostas, 100 kilos de gambas, 4 mil porciones de caviar, 3 mil patos, 16 mil huevos, 3 mil tartas de chocolate y vainilla y 8 mil cajas de chocolates.
Paul Biya (Camerún)
Biya gobierna la República de Camerún desde que sospechosamente ganó las elecciones en 1983: fue el único candidato y obtuvo -como era de esperarse- el 99% de los votos. Dueño de una fortuna personal de más de US$ 200 millones, Biya logró someter a la oposición hasta hacerla desaparecer del mapa, y, manipulando las leyes a su antojo, modificó dos veces el límite fijado para su mandato para asegurar su permanencia en el gobierno. La asociación Amnistía Internacional detalla que en su régimen abundan las detenciones y ejecuciones a opositores y periodistas y la revista Foering Policy lo coloca entre los dictadores más crueles de la actualidad.
Omnipresente en las vidas de los egipcios, Mubarak y familia se comportaban con una soberbia y arrogancia increíbles, y no dudaban en desalojar a golpes y disparos una calles de El Cairo para que pasara, por ejemplo, una caravana de coches repletos de invitadas de Suzanne Mubarak, o parientes y miembros de las familias de grandes multimillonarios que formaban la casta de los poderosos en Egipto. Como informaba Diario Perfil en febrero, el clan Mubarak poseía cuentas bancarias en el exterior y suntuosas residencias en las zonas más lujosas de Londres, Nueva York, Los Angeles, París, Madrid y Dubai.
Entre sus "genialidades" políticas -además de su Libro Verde- el gobernante libio pretendió establecer alianzas que le pusieran al frente de unos Estados Unidos del Sáhara, o efímeras fusiones con Egipto, Túnez, Argelia o Marruecos. Hace un tiempo se develó su increíble plan para conseguir el apoyo de reyes y presidentes africanos y autoproclamarse “Emperador y Rey de reyes del África”.
- 23 de julio, 2015
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