La edad heroica del comercio
La Prensa, Panamá
Del siglo XI al siglo XIII de nuestra era se desarrolló “la edad heroica del comercio”; en ese período Europa no tenía casi absolutamente nada con qué comerciar con Bizancio y las ricas civilizaciones orientales, a no ser que exportara armas, caballos y eunucos para las cortes de estos príncipes orientales y musulmanes.
Las ciudades-estado de Venecia, Génova y Florencia dominaban el comercio por el mar Mediterráneo. El comercio era limitado y poco fluido al resto de los reinos europeos al norte y más allá de la frontera lingüística de los pueblos de los anglos, de los oc y los de lengua germana.
El comercio se fue abriendo paso, paulatinamente, dependiendo de su capacidad de llegar a los centros en donde se producían artículos y mercancías valiosas y a medida, también, de que su forma de pago se fue adaptando a nuevas introducciones, como la banca y el pagaré.
Cuando se da la expansión europea hacia América, el flujo del comercio cambió y salió del Mediterráneo, dejando atrás a las antiguas ciudades-estado italianas en un limitado campo de acción y la expansión hacia el oeste convirtió a España, Portugal, Inglaterra y los Países Bajos en dueños de las vías comerciales y marítimas más importantes, tomando al Atlántico como el océano más comercial de toda la historia conocida. El comercio se expandió, del foco limitado de la cuenca mediterránea hacia el Atlántico y, luego, al Pacífico sur, con las “East Indian Company” o la Compañía Británica de Indias Orientales, fundada en 1600, que tuvo una longeva vida hasta 1874.
Su principal objetivo: el monopolio comercial con la India. El oro y la plata de nuestra América sirvieron para que el capitalismo echase raíces en el sistema económico de la época moderna, dejando atrás el mercantilismo.
Las mercancías, productos y artículos que por valor individual generaban amplias ganancias, sirvieron a Inglaterra y a los Países Bajos para solidificar el capitalismo en parte de Europa, puesto que eran las únicas naciones que lo practicaban, ya que España, Portugal e Italia jamás se beneficiaron del capitalismo de la era moderna.
El descubrimiento de nuevas fuentes de energía con capacidad para ser utilizadas, como el vapor, ayudaron al desarrollo de la revolución industrial en sus dos fases y aumentó el monopolio comercial europeo sobre América, Asia y África.
El mundo, para finales del siglo XIX, era un mapa de territorios que las grandes potencias europeas y Estados Unidos se disputaban por poseer. Las revoluciones norteamericanas y francesa, que proclamaban los derechos del hombre y del ciudadano, no beneficiaban a indígenas, mestizos, beneficiaban al hombre europeo.
Por ello, las grandes crisis de los últimos 50 años. Todos los pueblos del mundo quieren hacer suyos los ideales de las revoluciones liberales y hacer suyos, también, la felicidad, la libertad política, la adquisición de los bienes y servicios que la edad heroica del comercio se inició, hace siete siglos, y que hoy inunda todo el orbe.
- 23 de enero, 2009
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