Irene muestra la hipocresía de los votantes estadounidenses
The Wall Street Journal Americas
NUEVA YORK. – Los votantes en Estados Unidos dicen que quieren una ingerencia menor del gobierno en sus vidas, hasta que algo ocurre: entonces piden todo lo que sea posible del Tío Sam.
Esa es una de las lecciones del huracán Irene.
The Wall Street Journal informó que las empresas de seguros calculan las pérdidas ocasionadas por Irene entre US$3.000 millones y US$6.000 millones, mientras que las pérdidas totales podrían llegar a ascender a US$12.000 millones. La reparación de los daños y el reemplazo de los bienes perdidos en el huracán y las posteriores inundaciones darán un impulso al crecimiento económico en el tercer y cuarto trimestres. El producto interno bruto real podría crecer por encima del 2,5% en el cuatro trimestre, gracias, en parte, a las tareas de reconstrucción asociadas a Irene.
Para financiar la recuperación, los gobernadores y los alcaldes están preparando sus solicitudes de ayuda federal. Washington, sin embargo, ya está operando con dinero prestado. Los desembolsos por Irene serán financiados con dinero prestado, lo que contribuirá al déficit fiscal.
En eso estriba la hipocresía de los votantes estadounidenses y pone de relieve la necesidad de un liderazgo bipartidista cuando se trata de resolver el apremiante problema de la deuda federal. Los estadounidenses afirman que quieren menos gobierno, hasta que quieren más.
La contradicción no sólo es evidente en un impacto como el de Irene, sino en las actitudes frente a los beneficios sociales que todos sabemos que necesitan ser moderadas con el fin de recortar la trayectoria del déficit.
Los sondeos muestran que a la mayoría de los votantes les preocupa los niveles futuros de los déficit y la deuda federal, pero que la mayoría también afirma que no quiere ninguna modificación en los programas de Seguridad Social o Medicare.
Esa contradicción demanda un mayor liderazgo en Washington en lo referente a una conversación adulta sobre qué debe hacerse en relación al déficit.
Pero las payasadas de agosto acerca del límite de deuda han hecho que los consumidores se sientan extremadamente deprimidos sobre las maniobras que se llevan a cabo en DC.
La confianza del consumidor, medida por The Conference Board, cayó en agosto a niveles no vistos desde la recesión. El informe indicó que un factor contribuyente podría haber sido la discusión sobre el límite de deuda.
La conclusión de la entidad es similar a la alcanzada por un sondeo realizado por Thomson Reuters y la Universidad de Michigan. El sondeo de Michigan indicó que "el debate sirvió para convencer al consumidor de la incapacidad del gobierno para tomar medidas decisivas".
No hay nada fundamentalmente incorrecto con pedir ayuda al Tío Sam después de un desastre. Sin embargo, los votantes y los políticos que eligen no pueden lograr ambas cosas: Buscar un menor déficit federal mientras demandan más servicios del gobierno.
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