¿Liderazgo o “leader-sheep”?

Hace unos años, para un curso de Liderazgo Transformacional, escribí acerca de esta idea, este dilema, esta disyuntiva en la observación de campo de lo que en ocasiones consideramos “Liderazgo”, con mayúscula, y el acto simple de seguimiento a una persona más o menos carismática, acto que califiqué de “leader-sheep”.
Mi observación de esta cultura, a la cual pertenezco, es que en los procesos políticos no estamos contemplando procesos reales de Liderazgo Transformacional, sino simples expresiones de “manada”, de “masa”, de “redil”, que por lo general terminan en grandes decepciones.
De hecho, mi argumento entonces, y dado el proceso electorero 2011, es que los guatemaltecos somos dados —faltos de análisis y con reducido criterio— a ser encantados por un “leader-sheep” que nos lleva cual ovejas al matadero ciudadano. Ah, y a eso llamamos con orgullo “la construcción de la democracia”, término que nos repite y repite el “leader-sheep”. (Construyo aquí un concepto, el de la palabra “Leadership”, que traducida de “Liderazgo”, y lo “desconstruyo” en dos, “leader”, que significa “líder”, y “sheep”, que significa “ovejas o borregos”).
La génesis de los partidos políticos es un “leader-sheep”, porque nacen de una persona que se le ocurre mejorar su estatus de vida de manera rápida y ve en la política ese camino acelerado hacia su objetivo.
Debido a que estos grupos no tienen tradición, ni ideología, ni bases sólidas históricas, ni razón para continuar, más que las del “fundador”, quien a su vez desprecia a todo tipo de real y naciente liderazgo y lo aplasta cuando es “lombriz” para que no crezca y se convierta en una poderosa serpiente, los grupos politiqueros estos nacen con su fundador y mueren antes o junto con él.
El verdadero y sano “Liderazgo” no sólo tiene bases sólidas, creencias establecidas, visiones, misiones y objetivos claros, sino que su principal preocupación es la reproducción en “los mejores y aptos”. Ah no, aquí “los mejores” son, oh sorpresa, los “hijos” de los fundadores. Sí, la familia, sin por qué ni para qué, en el concepto criollo de “leader-sheep” termina siendo la sucesora, por lo general, de muy mala formación y con pésima ejecución.
Como no vemos Liderazgo sino solamente “leader-sheep” nuestras formaciones políticas son cortoplacistas, fugaces, y efímeras experimentaciones a las cuales la ciudadanía borrega se adscribe, más por emoción, y no por razón.
Mi conclusión: A esa realidad se suman los caudillismos estilo “leader-ship”. Ese proceso es insostenible porque no se renueva, sino que se justifica en los pseudo “leaders” por medio de sus “sheep”, y terminan destruyendo al país.
Ni la inclusión de los “dipu-ishtos” cura ese mal.
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