Paraguay: La raíz profunda de nuestra pobreza
Que casi la mitad de la población sea pobre nos califica a todos como nación pobre. Somos pobres vendiendo materia prima sin elaborar, somos pobres lanzando del sistema escolar solamente menos del 25% de bachilleres, somos pobres careciendo de rutas asfaltadas teniendo de los setenta y cinco mil kilómetros menos de cinco mil con asfalto, somos pobres porque con un potencial de agua dulce tan extraordinario la mayor parte de nuestra población no tiene servicio público de agua potable, somos pobres porque nuestros jóvenes no encuentran trabajo y tienen que emigrar, somos pobres en investigación y producción científica y tecnológica, … no hace falta que siga enumerando más indicadores de nuestra pobreza, pero estamos sumergidos en el trágico extremo de miseria humana hasta el punto que cada día hay más paraguayos que solo encuentran salida económica robando al Estado con guante blanco y desde las estructuras de poder y otros robando al Estado y a los ciudadanos indefensos sin guante con violencia extrema, asaltando, secuestrando, matando.
Que esto suceda en un país con un potencial importante de riqueza, con notable extensión de tierra (ocupamos el puesto 60 entre los 247 países del mundo) para una población pequeña, con imponderable capacidad de producción de alimentos, es desconcertante y desesperante.
¿Cuál es la causa de esta incomprensible paradoja? ¿Cuál es la raíz profunda de nuestra pobreza?
Los lectores que me conocen estarán esperando que escriba qué es la educación que ofrecemos. Y podría ser una buena respuesta. Pero en mi opinión hay una causa más profunda: no sabemos pensar y no enseñamos a pensar, nuestro pensamiento es muy pobre. La pobreza tiene muchas causas, pero radical y colectivamente la principal está en el cerebro.
He oído muchas veces y a diferentes profesores de universidad decir que la mayoría de los estudiantes llegan a la universidad sin saber pensar. Y no me ha extrañado. Sin duda que hay excepciones de buenos profesores y profesoras que obligan a sus alumnos a reflexionar, especialmente en algunas clases de filosofía y matemáticas, accidentalmente en clases de historia y literatura, pero la mayoría, por exigencias del currículum y del sistema evaluativo han desarrollado sus clases exponiendo y explicando “conocimientos declarativos”, es decir, conocimientos apoyados en el aprendizaje memorístico de conceptos. En la propuesta de la reforma educativa se pedía también la exigencia de los “conocimientos procesuales” y de “los procesos de los conocimientos”, es decir, que los alumnos conozcan los procesos del pensamiento y del aprendizaje, pero eso ha quedado para la mayoría de los profesores como una exigencia superflua. Todavía la mayoría de los profesores, incluso en la educación superior sin excluir las universidades, lo que exigen a la hora de la evaluación son conocimientos declarativos memorizados.
Hace más de treinta años que otros países que se dieron cuenta de que no basta enseñar “contenidos” y saberse de memoria los ríos y accidentes geográficos del país y las fechas estelares de nuestras respectivas historias, se dieron cuenta de que hay que enseñar a pensar. Parece que nosotros todavía no nos hemos dado cuenta.
Me ha impresionado el último libro de Edwar de Bono publicado este año, quien lleva publicados 68 libros sobre distintas formas de pensamiento, entre las que destaca su famosa teoría y estrategia del “pensamiento lateral”.
De Bono afirma reiteradamente a través de todo su libro (¡Piensa! 2011) que nuestro “pensamiento es pobre” y termina su libro resumiendo las 21 razones que justifican su afirmación. Por supuesto que no todo el mundo tiene por qué estar de acuerdo con sus argumentos. Yo disiento de algunas de sus razones, pero eso es intrascendente. El libro es un gran aporte que pone el dedo en una llaga ulcerosa de nuestra humanidad. Hemos hecho muy poco por desarrollar el pensamiento. Y por eso en la humanidad seguimos creando problemas catastróficos de medio ambiente, de patéticas desigualdades, de interminables guerras locas , de producción de armas nucleares… Si de la humanidad total se puede decir que no sabe pensar a pesar de sus avances científicos y tecnológicos, ¿qué se podrá decir del pensamiento de nuestro país?
La pobreza de nuestro pensamiento es matriz de nuestra pobreza general.
- 23 de enero, 2009
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