El petróleo de Libia

América Economía

A raíz de los últimos acontecimientos en Libia, todos los loros han repetido que el derrocamiento del dictador Gadafi se da porque las potencias occidentales (Estados Unidos y la Unión Europea) quieren el petróleo de ese país africano. ¿Entrarán tropas europeas y americanas a apoderarse de los yacimientos, donde vigilarán que las transnacionales se dediquen a bombear hidrocarburos, sin pagar a los habitantes del país un solo centavo?

Cosas así no han ocurrido en los últimos 50 años y dada la conformación actual del mundo, es harto improbable que así suceda. ¿Obligarán las potencias intervinientes al nuevo régimen libio a venderles muy barato el petróleo? ¿Dónde pasó algo parecido? ¿En Irak, país en el que sí hubo una real intervención armada extranjera? Pues no, el mineral es actualmente extraído por empresas rusas, francesas y chinas, y no norteamericanas, como podría suponerse, dada la nacionalidad de las tropas interventoras.

Según el patético coronel Chávez, se planea una intervención armada similar para sacarlo del poder y apoderarse de los yacimientos venezolanos. ¿Quién quiere eso? ¿Los yanquis? ¿Acaso no les vende él más o menos dos terceras partes de su producción? Es que querrán llevárselo gratis… deben quererlo, pero ¿puede alguien en sus cabales creer que es posible tan absurdo escenario?

Por supuesto, en Libia no ocurrirá nada similar. El nuevo gobierno, si llega a consolidarse, seguirá vendiendo su producción más o menos a los mismos precios, más o menos a los mismos clientes. Además, a los norteamericanos les conviene un precio razonablemente alto del petróleo, que les permita explotar sus reservas del Ártico, las de crudos pesados y las de los fondos marinos. No querrán, por tanto, inundar el mercado con productos exageradamente baratos. Si Gadafi recupera el control de su país, deberá continuar abasteciendo de petróleo a Europa Occidental, ¿o es que va a sentarse sobre las reservas, como quiere hacerlo el inefable dictador venezolano con su oro?

Hay personas que a fuerza de repetir consignas perdieron el saludable hábito de pensar. A Gadafi no lo ha derrocado “el imperialismo”, sino el pueblo libio, cansado de una ridícula dictadura de cuatro décadas, aunque no por ridícula menos asesina, como ya empieza a saberse al aparecer las fosas comunes de fusilados.

Los bombardeos realizados por aviones de países de la OTAN se iniciaron para prevenir que Gadafi masacre a su propia población, como está sucediendo en Siria, por el delito de pedir apertura democrática. La no intervención en terceros países es un principio con límites. ¿Qué tal que las tropas aliadas hubiesen llegado en la Segunda Guerra Mundial solo hasta la frontera alemana, dejando que Hitler siga en el gobierno, a cuenta del principio de “no intervención”? Yo no me meto en los asuntos familiares de mi vecino, pero si veo que está matando a sus hijos, algo debo hacer, ¿no es cierto? Las acciones de los países occidentales en Libia han sido oportunas, suficientes y ponderadas. Al dictador sirio Bashar al Assad también deben darle la misma medicina, ¡mientras hay tiempo!

Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.

Alfonso Reece es ecuatoriano, y se ha desempeñado como escritor y periodista.