Ecuador: ¿Estado de Derecho o de legalidad?
“…se puede decir que en todas partes existe un derecho. Nominalmente sí. Hay leyes, pero un estado de legalidad no es un Estado de Derecho”. – Enrique Ghersi, abogado peruano, coautor de El otro sendero.
Sobre varios atropellos contra las libertades individuales, las autoridades de este Gobierno han dicho algo así: “aquí lo único que se está haciendo es aplicando las leyes vigentes porque Ecuador es un Estado de Derecho”. La primera parte es totalmente cierta, se aplican leyes vigentes (aunque selectivamente). Lo segundo es de dudosa validez.
El Estado de Derecho existe cuando hay separación de poderes, cuando los ciudadanos gozan de igualdad ante la ley y cuando la ley limita al poder en lugar de ser su reflejo. Hoy en día, ¿son independientes del Ejecutivo el Poder Judicial, la Corte Constitucional, la Contraloría o la Fiscalía? El coronel César Carrión o los hermanos Pérez y Emilio Palacio, ¿han recibido el mismo trato ante la justicia que aquel recibido por personas cercanas al Gobierno o dentro de este? ¿Los deseos del Gobierno han sido obstaculizados por las leyes y demás instituciones o ejecutados con su ayuda?
El economista y filósofo liberal F. A. Hayek explica en su libro Los fundamentos de la libertad que “el imperio de la ley presupone, desde luego completa legalidad, pero sin que ello sea suficiente. Si una ley concede al Gobierno poder ilimitado para actuar a su gusto y sazón, todas sus acciones serían legales, pero no encajarán ciertamente dentro del Estado de Derecho”.
De manera que los atropellos a las libertades individuales –como aquella de expresarse sin miedo a represalias– pueden vestirse de legalidad y, aunque lo hagan, no dejarán de ser eso mismo: un atropello a la libertad del individuo.
Cuando se nos venden estos atropellos como un “respeto a la ley”, hemos entrado a un estado de legalidad, donde la ley refleja y protege al poder en lugar de limitarlo. El protegido es el poder político, no el ciudadano común y corriente –no importa si este es rico o pobre, sus derechos fundamentales corren peligro–. Nadie lo ha dicho de manera más honesta y frontal que el presidente boliviano, Evo Morales: “…cuando algún jurista me dice: Evo, te estás equivocando jurídicamente, eso que haces es ilegal, bueno, yo le meto por más que sea ilegal. Después les digo a los abogados: si es ilegal, legalicen ustedes, ¿para qué han estudiado?”.
El Premio Nobel de la Paz del 2010, Liu Xiaobo, parece coincidir en su concepción de lo que es el Estado de Derecho con Ghersi y Hayek. Liu sigue preso en China por coescribir la ‘Carta 08’, documento en el que decía lo siguiente: “China tiene muchas leyes pero no un Estado de Derecho; tiene una Constitución pero no un Gobierno constitucional”. Lamentablemente, desde hace algunos años podemos decir exactamente lo mismo de Ecuador.
Ayer un titular de diario El Comercio decía ‘El Ejecutivo entra a la justicia por decreto’, confirmándose una vez más que aquí no hay Estado de Derecho. Y hay que reconocer que la destrucción de este no hubiera sido posible sin el apoyo activo y/o la mirada pasiva de una mayoría de la sociedad ecuatoriana, mayoría que desde 2007 viene concediendo poderes ilimitados al Gobierno.
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