Paraguay: ¿Más o menos senadores o senadores más-o-menos?
SALAMANCA. – Cuentan –no tengo ninguna prueba de que ello sea cierto– que en la época de Stroessner un abogado había logrado ser nombrado juez debido a sus conexiones con “el que te dije” (fórmula para eludir el nombre del dictador, por si acaso). Varios años después, esta persona logró un mejor puesto, por lo que renunciaría al cargo de juez. Fue cuando sus compañeros descubrieron que en todos esos años de inopia no había pronunciado un solo fallo. Inmediatamente le crearon uno que decía algo así como: “Después de haber escuchado a los testigos y los peritos en criminalística, analizado los informes elaborados por la policía y del médico forense, este juzgado llega a la conclusión de que Juan González se quitó la vida por propia voluntad. Es decir, se suicidó”.
Algunos dirán que no puede darse el caso. Tal vez no sea la historia nada más que una venganza de los malhablados, siempre dispuestos a menoscabar la honra ajena. Sin embargo, es muy parecida a la de muchos de nuestros legisladores que cobran una bien dotada dieta mensual por sentarse en una silla en la Cámara de Senadores o en la Cámara de Diputados. Hay gente que está allí simplemente por completar el número de legisladores que establece la Constitución Nacional: 45 y 80 miembros respectivamente. Sería interesante para la ciudadanía, pues ella es la que carga con tales dietas y otros muchos gastos a través de sus impuestos, realizar, a través de gráficos, la trayectoria de cada uno en el Congreso. Se deberá tener en cuenta: la frecuencia de participación en los debates, aportes de ideas, cantidad de proyectos de leyes presentados, cantidad de proyectos aceptados, asistencia a las reuniones. No deberá extrañarnos que más de uno lucirá su gráfico en blanco.
Es cierto que el artículo 221 de la Constitución dice que “la ley podrá acrecentar la cantidad de diputados, conforme con el aumento de electores”. Lo que hay que preguntarse ante esta decisión es no si los electores han aumentado en tal cantidad que justifique ¡18! diputados y ¡5! senadores más a los que ya existen, sino si el país necesita de más gente que trabaje en la elaboración de sus leyes.
Como dicen los indignados del 15-M de España: “No nos representan”; o por lo menos yo no me siento representado por quienes sí deberían estar representando a los diferentes grupos que constituyen la nación. En el campo que a mí me interesa, no conozco ninguna ley que beneficie la actividad intelectual del país, ni siquiera la protección de su patrimonio. De haber habido alguien que representara a la clase intelectual, que debería tener los mismos derechos que la clase obrera, hace tiempo se hubiera legislado sobre los artículos 81 (Del patrimonio cultural) y el 83 (De la difusión cultural y de la exoneración de impuestos) con los que tuve algo que ver en la redacción de esta Constitución en la Asamblea de 1992.
En estos momentos de aguda crisis económica en Europa como en Estados Unidos, en España muchos gobiernos de regiones autonómicas están queriendo devolver al Gobierno central muchas de las competencias que le habían sido transferidas justamente a través de la organización de tales autonomías. Es decir, están dispuestos a renunciar a parte de su soberanía ante la imposibilidad de financiar su propio aparato administrativo. En Andalucía se ha promulgado una ley que prohíbe que una misma persona ocupe dos cargos como ser, al mismo tiempo, alcaldes (intendentes) y diputados en la Cámara andaluza.
Se dijo que el proyecto del diputado Óscar Tuma no era oportuno presentarlo en este momento. No es oportuno ni ahora ni después mientras haya cámaras donde con toda certeza sobran más de la mitad. Yo, ni nadie, puede sentirse representado por gente que utiliza las sesiones para mirar sitios pornográficos por internet o bien bajarse de su automóvil y abofetear a un policía por haber tenido la “osadía” de ponerle una multa por una serie de faltas que estaba cometiendo. Senadores y diputados no tienen ningún otro privilegio que aquel que puedan necesitar en el cumplimiento de su trabajo. Bastante caros nos resultan para que además tengamos que ser testigos de su prepotencia y falta de civismo. Ante este proyecto de aumento de legisladores no debemos preguntarnos si queremos más o menos senadores y diputados, sino si queremos senadores y diputados más-o-menos, que no es igual.
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