Competitividad global: para eso no hay Pirraya
La notable actuación de la selección salvadoreña en el reciente mundial de fútbol de playa, demuestra la influencia que tiene el talento natural en los resultados deportivos: los pescadores de La Pirraya partieron en silencio rumbo a Italia. Acostumbrados a una crónica carencia de apoyo.
Ahora, consumada la hazaña, durante un tiempo estarán rodeados de los "amigos del campeón", esos que aparecen con los triunfos. Los habrá del mundo corporativo: son los que buscan (ex-post…) ser socios del éxito. Ojalá no los quieran comprar con espejitos de colores. Aunque lo sospecho, porque los muchachos son pobres.
Y los habrá del mundo de la política también, por supuesto. Del color que usted elija. Ojalá no los quieran utilizar para politiquerías. Aunque lo sospecho, porque los muchachos son sencillos.
Pero el deporte es una simulación, usualmente poco representativa, de la verdadera competencia. De la que se entabla en el mundo real, en búsqueda de prosperidad, para la cual el talento natural no es suficiente.
En efecto, a diferencia de lo que ocurre en el fútbol de playa…, en el ámbito económico no existen islas milagrosas que compensen con el talento de sus pescadores la crónica carencia de apoyo. Sería la isla de la fantasía.
Por ello no es casualidad que, muy lejos del honroso cuarto puesto obtenido por El Salvador en el mundial de Italia, el lugar que ocupa en el ranking de competitividad global sea el número 91.
Tal es la clasificación según el Indice de Competitividad Global (ICG) 2011-2012, una valiosa herramienta comparativa que anualmente publica el Foro Económico Mundial.
El ICG es un estudio comparativo entre 142 países sobre los factores que inciden en la competitividad, efectuado mediante el análisis metódico de más de 100 variables, que se sintetizan en doce "pilares" para confeccionar el ranking.
América Latina se caracteriza por tener marcadas carencias en tres de los doce pilares: "Infraestructura", "Instituciones" y "Educación". El Salvador no es la excepción.
Al hacer referencia a importantes retrocesos de varios países de América Latina en el ranking de este año, el reporte indica (página 31) que "las más altas caídas en la región se han experimentado en algunos países de América Central, principalmente debido a un deterioro de las condiciones de seguridad". El Salvador no es la excepción. Y aparece explícitamente mencionado.
Analicemos puntualmente las ubicaciones de El Salvador en dos variables claves entre las más de 100 contempladas. Una es "calidad de la educación primaria", donde ocupa el puesto 125 entre 142. Otra es "crimen organizado", donde ocupa el puesto 142 entre 142. Sin comentarios.
Como todos los años, el reporte recuerda en su introducción una acertadísima definición de competitividad: es el "conjunto de instituciones, políticas, y factores que determinan el nivel de productividad de un país". En pocas palabras, competitividad es sinónimo de productividad.
Sinónimo de productividad. No de "tipos de cambio competitivos"…, ni de "protecciones a industrias infantiles" (esas que envejecen sin madurar nunca…), ni de tantas otras falacias con las que siempre se engaña a la gente en América Latina. Que no por casualidad sigue siendo una región pobre.
La realidad es que son abrumadoras las evidencias sobre la correlación existente entre el nivel de productividad de una sociedad y la prosperidad de sus habitantes.
Los burdos intentos por relativizar tal correlación simplemente demuestran necedad. O la intención de mantener una situación clientelista de subdesarrollo sostenible. Ese del cual tan bien viven burócratas internacionales y políticos vernáculos. De colores variados.
Un alto nivel de productividad, asimismo, favorece la rentabilidad de las inversiones efectuadas en un país. Y dado que la rentabilidad es un formidable impulsor del crecimiento económico (al menos en este planeta…), se cierra el círculo virtuoso: competitividad/productividad, prosperidad de las personas, rentabilidad, crecimiento económico.
Claro que no habrá productividad mientras el puesto de la "calidad de la educación primaria" sea el 125. Y el del "crimen organizado" sea el 142. Para eso no hay Pirraya.
Hasta la próxima.
El autore es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
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