‘Freedom is not free’
Cuando usted lea este artículo, probablemente ya ha empezado el circo previo a la segunda puñalada contra EL UNIVERSO y la libertad de expresión en el Ecuador.
Las sirenas interrumpiendo la ruidosa y agitada calma de Guayaquil, abriéndole paso al “ciudadano” que viaja en autos blindados y protegido por decenas de militares y policías, rumbo al banquete.
El edificio acordonado por militares y con barras bravas en los exteriores, espera su ingreso majestuoso.
Seguramente, en la sala asignada para el fusilamiento de la justicia y la libertad de expresión, ya lo estarán esperando barras que han llegado antes que todos, para aplaudir cada vez que lo ordene el cabecilla de turno.
Y en primera fila, oscuros servidores, haciendo mérito ante el patrón.
De un lado, el poder total de un Estado, concentrado en un ciudadano, que solo se desdobla para demandar.
Y del otro lado, Carlos, César y Nicolás, seres humanos como usted, amigo lector, como yo, con la frente en alto, mirando fijamente a los ojos de sus victimarios, con la fuerza indetenible de la verdad, del honor y de la honradez.
De un lado, la soberbia y seguridad de ganar, como sea, el caso; del otro lado, la seguridad absoluta de no bajar la cabeza, de no renunciar a principios, de no claudicar ante la adversidad.
De un lado, la confianza de tener todo bajo control; del otro lado, la angustia de ver cada vez más cerca, la cárcel; el cada vez más posible alejamiento de sus seres queridos, de perderse los cumpleaños, las anécdotas, los paseos familiares.
De un lado, la consigna de pulverizar cualquier contacto que los electores del 2013 pudieren tener con la lamentable realidad del país. Y por el otro, la firmeza de seguir cumpliendo con la sociedad, de no callar ante los atropellos y seguir investigando lo mucho que oculta el poder.
De un lado, la satisfacción de la demostración del poder, y en la mente, dando vueltas, las otras “angustias” de la agenda diaria; hay asuntos más importantes. Del otro lado, en sus mentes, la imagen serena, firme y cariñosa de Carlos Pérez Perasso.
En el memorial en honor a los combatientes caídos en la Guerra de Corea, que se levanta en el cementerio de Arlington, en las cercanías de la capital de Estados Unidos, hay una frase que me retumba en la mente, cada vez que me siento frente a mi computador a escribir mis artículos: “Freedom is not free” que en español significa “La libertad no es gratis”.
Que fácil que sería para los Pérez ceder ante las tentaciones del poder. Sin insultos, sin persecución institucional, sin cárcel y con mucho dinero de la publicidad estatal.
La libertad no es gratis, y en el Ecuador, el precio que Carlos, César y Nicolás han resuelto pagar por defender la libertad de todos los ecuatorianos a informarnos de lo que realmente sucede en el Ecuador, es muy alto.
La historia recordará el caso Rafael Correa vs. EL UNIVERSO, como un capítulo de vergüenza para la justicia ecuatoriana, y como una página gloriosa del periodismo ecuatoriano.
Los gobiernos llegan y se van. Algunos por la puerta grande, otros en helicópteros o por la puerta de la cochera.
EL UNIVERSO vivirá a este y a los gobiernos que vengan, porque la verdad, como la vida, se abre camino ante la adversidad y en los terrenos más inhóspitos.
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