La crisis de deuda en la eurozona
La moneda de curso legal que denominamos Euro es el principal mecanismo con el que se articula un ambicioso proyecto de integración económica y monetaria de los 17 países que forman parte de la eurozona dentro de la Unión Europea.
Sin embargo, una unión monetaria sólo es económicamente factible en el caso de que los países miembros de la misma constituyan un área económica homogénea. Por ello, desde su inicio en el año 1999, lejos de darse una situación idílica, se ha puesto de manifiesto la existencia de dos grupos de países claramente diferenciados.
Un primer grupo de países del norte y centro de Europa, liderados por Alemania, que impulsan su crecimiento económico vía exportaciones y que se ven favorecidos por un tipo de interés bajo por parte del Banco Central Europeo (BCE). Y un segundo grupo de países periféricos europeos que han estado basando su crecimiento en el consumo interno y la inversión exterior y que hubiesen requerido un tipo de interés mucho más alto por parte del BCE para evitar la inflación y el sobrecalentamiento de sus economías.
Podemos afirmar con claridad que la responsabilidad directa de la crisis financiera es de los políticos que han presionado irresponsablemente y de las autoridades del BCE que se dejaron influir para sostener una política monetaria expansiva, especialmente aplicada desde el año 2001, con tipos de interés bajos y situados por debajo del débil incremento anual del Producto Interior Bruto (PIB) en Europa.
Es decir, el BCE ha venido estableciendo un tipo de interés real, incluso negativo, muy por debajo de la generación de bienes y servicios de los países europeos periféricos, lo que significa que el BCE ha estado inflando "artificialmente" la masa monetaria en la eurozona por encima de la capacidad de la misma para crear riqueza.
Colapso de la zona Euro
Si se observa la evolución del crecimiento del PIB de la eurozona, empleando como fuente los datos del propio BCE, se puede trazar un gráfico que pone de manifiesto una línea de tendencia descendente hacia el estancamiento o, incluso, hacia el decrecimiento económico en la eurozona:
Intervencionismo monetario
Por un lado, como se observa en el gráfico, se ha producido una peligrosa desaceleración del crecimiento económico que debería corregirse con reformas estructurales que doten de competitividad a los países europeos frente a los países competidores internacionales. Pero, sin embargo, algunos Gobiernos han eludido las reformas porque la existencia del crédito ilimitado del BCE facilita no encarar la adopción de medidas impopulares.
Por otro lado, la falsa sensación de "riqueza" que ha fomentado el BCE ha supuesto que los gobiernos y, también, las empresas y familias aplicasen políticas de gasto más allá de sus ingresos ordinarios.
Significativamente, la política monetaria expansiva del BCE ha permitido el sostenimiento de un tamaño de Estado excesivamente grande y ha pospuesto la obligada adaptación de la sociedad de bienestar, que ha funcionado durante varias décadas en Europa, pero que ahora debe transitar desde un modelo público de prestación de servicios sociales (pensiones, sanidad, desempleo…), hacia un modelo privado o mixto (público-privado) para lograr su viabilidad a medio y largo plazo.
El BCE ha permitido que la eurozona viviese por encima de sus posibilidades, porque no implementó una política monetaria restrictiva que obligase a los gobiernos (y a otros agentes económicos) a aprobar presupuestos equilibrados y afrontar con seriedad las reformas que precisaba Europa para competir internacionalmente con las economías emergentes.
Por tanto, podemos afirmar que el intervencionismo monetario del BCE ha sido la causa principal tanto de los problemas de competitividad como de la crisis de endeudamiento que puede llevar a la ruptura de la eurozona.
Las consecuencias no queridas del dinero barato se han significado en una pérdida de competitividad de países como España y en un excesivo apalancamiento financiero, tanto público como privado y, principalmente, de los países europeos con peores factores competitivos (flexibilidad laboral, facilidad empresarial, I+D+i…) respecto de países europeos netamente exportadores como Alemania y de áreas económicas más pujantes.
Posibles soluciones a la crisis de deuda
La crisis de la eurozona podría ser resuelta con quitas sobre la deuda soberana que permitan afrontar los pagos y con un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para negociar préstamos, acompañados de políticas de austeridad presupuestaria, privatizaciones e impuestos que garanticen el pago de los mismos.
Sin embargo, los intervencionistas que han generado la crisis de deuda no aprenden de sus errores pasados y quieren imponer nuevamente soluciones que suponen una huída hacia delante que posterga (y empeora) la salida de la crisis económica y financiera.
Pretenden engordar la bola de nieve del endeudamiento con más política monetaria expansiva, mediante la emisión de eurobonos por una Agencia Europea de Deuda y con el reforzamiento del fondo de rescate soberano para recapitalizar países (Grecia) y entidades financieras (BNP, Credit Agricole, Société Générale…) que están en quiebra técnica.
Los planteamientos keynesianos no son, en modo alguno, ni altruistas ni solidarios, si tenemos en cuenta que el mismo BCE es uno de los principales acreedores de Grecia con 50.000 millones de euros al igual que los principales bancos de Alemania y Francia.
En todo caso, los mercados ya están descontando que la eurozona no está funcionando porque tiene un endeudamiento insostenible con respecto a las previsiones de crecimiento del PIB.
De hecho, los inversores abandonan los mercados de capitales europeos y están invirtiendo sus ahorros en las bolsas y los mercados de deuda de EE.UU. y de Asia, dado que tienen presente el elevado riesgo de suspensión de pagos de Grecia, porque no está logrando cumplir sus compromisos de ajuste presupuestario y, con muy alta probabilidad, quebrará en los próximos meses, dado que ni siquiera tiene liquidez para pagar las nóminas de los funcionarios o las pensiones del próximo mes de octubre.
Veremos salir a Grecia de la eurozona y, tal y como señalan expertos reconocidos, sería recomendable entregar Grecia al FMI y negociar su salida para evitar que el incendio se extienda y ardan más países en el infierno del endeudamiento.
Cambio de modelo económico en la eurozona
Incluso en el supuesto de que el rescate financiero de Grecia fuese bien desarrollado, la situación de la eurozona es crítica y, si no se actúa con rapidez, podría producirse un efecto dominó y la quiebra de otros países endeudados lo que provocaría el colapso del Euro como moneda fiduciaria, ante la inacción de Gobiernos irresponsables y una mayoría de ciudadanos que desean seguir viviendo por encima de sus posibilidades.
Los siguientes países en la lista son Italia y España y, posiblemente, Francia por la elevada exposición de sus bancos con hasta 600.000 millones de euros de deuda soberana de Grecia, Italia y España y con deudas de las entidades financieras francesas por hasta 4,7 billones de euros lo que representa un 250% del PIB de Francia.
Con los anteriores datos en la mano, los Gobiernos de la eurozona deberían adoptar un cambio de modelo económico basado en la austeridad presupuestaria, en la desregulación de mercados y en la competencia empresarial, comenzando con una reducción adicional del gasto público que tranquilizase a los inversores y siguiendo con reformas estructurales que mejoren la competitividad.
En caso contrario, con o sin eurobonos, se incrementará el riesgo de una intervención de sus economías por el FMI, lo que paradójicamente exigirá la aplicación de medidas aún más severas que aquellas que hubiesen sido incapaces de llevar a efecto los Gobiernos.
Las irresponsabilidades en política monetaria se pagan en el largo plazo y, como siempre, las clases medias y emprendedoras serán los chivos expiatorios que padezcan las facturas intervencionistas de los políticos y autoridades monetarias de la eurozona. En los próximos meses, comprobaremos si el paraguas de los Eurobonos es capaz (o no) de soportar el peso del endeudamiento y evitar el colapso de la eurozona.
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